Se evitó una crisis económica, sin duda, pero a cambio aceptamos una crisis social.

Porque por más cohetones que se estallen para celebrar a Marcelo Ebrard y compañía, el acuerdo alcanzado con Donaldo Trump se pareció mucho al juego de la pirinola donde al estadounidense le tocó “toma todo’’.

Todas las responsabilidades recaen en nuestro país; el acuerdo se puede resumir en el hecho de que México aceptó ser el filtro de migrantes que quieren pasar a Estados Unidos y refugio de los que ya pasaron, pero tendrán que regresar a otro territorio a esperar que se defina su solicitud de asilo.

Lo urgente era parar la intención de establecer aranceles a los productos mexicanos; se logró.

Lo importante era demostrarle a Trump que también de este lado se podían imponer medidas espejo, como se hizo en la administración pasada.
Eso no se logró.

Ahora el Gobierno de la 4T deberá aplicar a partir de este lunes las medidas que accedió realizar en el acuerdo, lo que equivale simplemente a cambiar radicalmente su política migratoria.

No más caravanas recibidas con mariachis, comida, vestido, calzado, médicos; no más camiones contratados por el Gobierno para acercarlos a la frontera norte; no más “visas de trabajo’’ para migrantes ilegales.

Por una parte, el acuerdo ubica al Gobierno mexicano en la realidad internacional, pero por otra lo coloca, efectivamente, como el muro que ofreció Trump a sus electores.

Y sí, sí lo vamos a pagar.

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Pero el que de plano no debió haber asistido por su pésima herencia fue el gobernador de Baja California, Francisco Kiko Vega, quien resultó abucheado cada cambio de orador.

Vega hizo tan mal gobierno que permitió que Morena le arrebatara –como quitarle un dulce a un niño- la gubernatura del estado, emblemática para el PAN, pues fue la primera que la oposición le arrebató al PRI.

Bueno, cómo estarán las cosas que hasta los propios panistas se avergüenzan de la “administración’’ de Kiko.

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La última de gobernadores.

El gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, recibió ayer un duro golpe político.

Sucede que Carlos Torres Piña, diputado federal, anunció su renuncia al PRD para sumarse a Morena.

Lo interesante del caso es que Torres Piña se lleva a la corriente Alternativa Democrática Nacional (ADN) que cuenta con una estructura de diputados federales, tres legisladores locales, 20 presidentes municipales, 112 regidores, 18 síndicos y miles de militantes en el estado que respaldan la decisión de sumarse a Morena.

Piña dio el paso porque busca la gubernatura del estado en 2021.

Los más aplaudidos durante el evento fueron el senador con licencia –y con pie y medio fuera del PRD- Juan Zepeda y el diputado independiente Ricardo Gallardo Cardona, que tiene los ojos puestos en San Luis Potosí.