En México, propios y extraños prefirieron no escuchar cuando sus víctimas alzaron la voz y alertaron que esos falsos profetas idolatrados por multitudes mezclaban religión, influencias y poder para manipular y abusar sexualmente de menores de edad, al tiempo que amasaban fortunas.

No es la primera ocasión que un dirigente de la Luz del Mundo es señalado de pedófilo. Es la primera vez que a las víctimas se les toma en serio.

Por eso las contrastantes escenas acaban por retratarnos como una sociedad omisa, hipócrita y cómplice. Mientras acá la poderosa red política y económica de la congregación se rindió a los pies de un falso profeta como Naasón Joaquín García para dedicarle un “concierto-homenaje” en Bellas Artes, días después, en Estados Unidos era detenido en el aeropuerto de Los Ángeles por 26 delitos sexuales, entre ellos trata de personas, pornografía infantil y violación de menores.

Las víctimas, sometidas al desprestigio, denunciaron una y otra vez, pero ninguna autoridad mexicana fue capaz de escucharlas porque no convenía.
El padre de Naasón -y fallecido líder de la congregación-, Samuel Joaquín Flores, fue acusado desde siempre de ser un lobo pederasta con piel de oveja.

Retomo algunos testimonios difundidos en 1997 por el periodista Ricardo Rocha en su programa Detrás de la Noticia:

El ex integrante de la agrupación, Moisés Padilla, narró que a los 16 años el entonces “jefe supremo” de La Luz del Mundo: “Se acerca y me dice no tengas miedo, yo te voy a motivar…Metió su mano en el frente del cierre de mi pantalón y comenzó a estimular mi pene… Yo soy un ángel; lo que debes de entender es que los ángeles no tenemos sexo”.

También el de una mujer que desde los 12 años fue “preparada” para ser transgredida por el autodenominado “Apóstol de Dios”. “Me empezó a invitar a que lo bañara, que nosotros éramos el pueblo de Israel y que él era el rey y que Dios lo había puesto, que ese rey necesitaba doncellas que lo bañaran”.

Samuel Joaquín Flores falleció impune a los 77 años. Su hijo, Naasón Joaquín García, copió la técnica corruptora hasta ser arrestado a sus 50 años, el 5 de junio pasado.

El fiscal general de California, Xavier Becerra, no titubea en calificarlo como un “demente” que ha violentado, al menos, a tres menores de edad que han aportado evidencia creíble para su aprehensión.

Hombres que bordaron y financiaron redes políticas como garantía de impunidad y que ejercen como método la manipulación de la fe.

Y a la par, otro escándalo, el de la captura del líder de la secta Nxivm, Keith Raniere, promovido en México como el gurú del coaching y la autosuperación. Idolatrado y cobijado acá a pesar de tener en sus espaldas historias tan siniestras como haber mantenido plagiada por dos años, “a manera de castigo”, a una mexicana, Daniela, y haber abusado de sus dos hermanas; una de 15 años.

Si la investigación de Raniere no se hubiera ordenado desde los Estados Unidos, en nuestro territorio continuaría siendo ídolo y santo.