Partamos de la premisa de que todo deportista de máxima élite es un superdotado: por su masa muscular, por su elasticidad, por su capacidad respiratoria, por determinadas medidas tanto a la vista en el cuerpo como ocultas en índices sanguíneos o endócrinos.

Por supuesto, sin una ejemplar disciplina, sin innumerables sacrificios, sin amor a la profesión, sin tenacidad y perseverancia, sin sobreponerse a cuanto obstáculo brotó en el camino, nada de eso bastaría. Sin embargo, es evidente que Michael Phelps, Usain Bolt, Michael Jordan, Babe Ruth, Pelé, Roger Federer, Serena Williams, Nadia Comaneci, Wu Minxia, dispusieron en mayor o menor de una gran ventaja en su anatomía –ya no decir ejemplos mucho más notables como Yao Ming, DIkembe Mutombo u otros basquetbolistas con algún tipo de acromegalia o gigantismo.

Traigo eso a colación cuando se mantiene la disputa contra Caster Semenya. A inicios de mayo, el Tribunal Deportivo (TAS) determinó que la atleta sudafricana sólo podía seguir compitiendo si disminuía sus niveles de testosterona por medio de medicamentos. Luego de su apelación, este lunes un tribunal suizo ha dado la razón provisional a Semenya, luego de que el propio TAS concediera que su determinación puede resultar discriminatoria.

Con 28 años y en su pico de rendimiento, busca su tercer oro consecutivo en los 800 metros, tras ganar esa prueba en Londres 2012 y Río 2016. Un tema que viene ya desde 2009, cuando el presidente sudafricano Jacob Zuma, a la baja en popularidad, politizó su causo mezclándolo con racismo y anti-africanismo. Ni lo uno ni lo otro, pero sí un tema demasiado complejo.

Quienes corren contra Semenya claman que parte con ventaja y que debería ser inscrita contra hombres. Al tiempo, Caster insiste que no ha recurrido a nada artificial y que esos son los registros naturales de su cuerpo, más allá de que fue criada como mujer y es mujer.

Retomo el planteamiento inicial de este texto: ¿qué deportista no es, en mayor o menor medida, un superdotado? Porque Michael Phelps tiene un cuerpo hecho para nadar, y Usain Bolt para correr, y Michael Jordan para mantenerse increíblemente en el aire, y Roger Federer para alejarse de lesiones, y los ciclistas de ruta para resistir semanas de cientos de kilómetros, y los alpinistas para tomar las cumbres del planeta, y seguimos.

 

Ninguna de esas características les hubiera bastado para llegar remotamente a lo que son si no hubiesen añadido cuotas impensables de entrega y superación…, aunque el punto de partida haya sido ese grado de predestinación con su cuerpo, como también lo tiene Semenya con sus niveles de testosterona.

¿Vamos a echar fuera del deporte a todos quienes tengan una ventaja por su físico? Entiendo la frustración de las actuales competidoras de 800 metros, pero entonces no terminaremos. De alguna forma, de eso se trata el deporte.

Twitter/albertolati

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