Repite la dosis, apela a remachar las falacias que le dieron una buena cantidad de votos entre los más radicales en Estados Unidos y que hicieron la diferencia: que México lleva drogas y violencia al territorio norteamericano y que se “roba” los empleos de la industria automotriz que les corresponden sólo a los estadounidenses. Que todo se corrige con un “bello muro” que termine por segregarnos.

Donald Trump, Presidente del país más poderoso del planeta, se encuentra en campaña y aplastará a quien se deje con tal de prolongar su estancia en la Casa Blanca por otros cuatro años.

Fiel a su estilo, a punta de tuitazos, el 30 de mayo pasado lanzó una amenaza que pone a prueba al Gobierno que encabeza el Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

Que a partir del 10 de junio impondrá 5% de aranceles a todos los productos provenientes de este lado de la frontera, y que éstos irán creciendo gradualmente hasta 25%, en tanto nuestra nación no termine con el flujo de migración irregular.

No es casualidad que haya escogido para el 18 de junio -ocho días después del inicio del “castigo” a México- como día de lanzamiento en Orlando, Florida, de su postulación para las elecciones de 2020.

Trump, empresario negociador antes que político, quiere esparcir el miedo en nuestro territorio para cosechar aplauso electorero. Vale la pena recordar la frase que recoge el periodista Bob Woodward sobre el magnate en su libro Miedo. Trump en la Casa Blanca: “El verdadero poder es el miedo. Todo es cuestión de fuerza. Nunca hay que mostrar debilidad. Siempre hay que ser fuerte. No dejarse acosar. No hay elección”.

Por eso la respuesta del Presidente mexicano a través de una carta fechada el mismo día del ultimátum sirve para marcar distancia con firmeza:
“Recuerde que no me falta valor, que no soy cobarde ni timorato, sino que actúo por principios… su amigo”, Andrés Manuel López Obrador.

Con su bravata, Trump no sólo ha golpeado al peso y a la Bolsa, sino pone en riesgo la ratificación del T-MEC que es por igual estratégico para Estados Unidos.

Para darse una idea del tamaño comercial, en el primer bimestre del año, México desplazó a China como primer socio de EU con un intercambio de 97 mil 418 millones de dólares.

La comisión de representantes de nuestro Gobierno encabezada por el canciller Marcelo Ebrard en Washington habrá de hilar fino para zanjar el chantaje y calmar los ánimos de un hombre en campaña.

Trump tendrá que sentir que ganó algo con su impulso. Pero tampoco nuestro país puede prometer algo, como frenar la inmigración, que sólo puede resolverse bajo la lógica del compromiso compartido, de la interdependencia.

Los funcionarios mexicanos tienen en su causa a diversos aliados poderosos, incluyendo al representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, y al secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, quienes reconocen que los primeros afectados en una medida como la anunciada serían los consumidores norteamericanos.