Si son de los que creen que las cosas están mal, amárrense los cinturones. La semana nos trajo la noticia de que Emilio Lozoya, ex director de Pemex, se va a juicio. Bien. No hay nada que reprochar al procesamiento de uno de los aparentes casos de corrupción más claros de la época de Peña Nieto. Dicho esto, la noticia le dio tantito oxígeno a un régimen que hace agua por todos lados.

Lo más contundente es lo de la seguridad. Esta semana vimos a militares golpeados por civiles en Michoacán. Por mucho que quieran hacer pasar eso con triunfo para los derechos humanos y se elogie a los soldados por su prudencia, el hecho es que fueron abrumados por una turba que actuó impunemente. En ningún país serio se aplaudiría semejante escena, un desafío abierto, escandaloso, a las autoridades, que se suma al del Cártel Jalisco grabando la caravana interminable de camionetas que se dejaron caer en Uruapan a hacer una masacre contra municipales, en plan de Ejército invasor. No: esto no tiene precedentes, y sí, implica un fracaso de la política de seguridad de la 4T. Pero es que las cosas están claramente fuera de control también en la Ciudad de México, Puebla, Guanajuato, Morelos, Nuevo León, Guerrero.

De la economía ni hablar. Cuando un miembro del gabinete dice que apuesta a que no habrá recesión, preocúpate. En efecto, los más pesimistas hablan de una recesión en curso, pero podemos creerles a los optimistas y hablar sólo de una marcada desaceleración. Luego está el pronóstico de crecimiento, que fuera del mundo feliz de la 4T se calcula entre un uno y fracción, muy lejos de los promedios de Peña Nieto o Calderón, y un raquítico 0.4. Nada. O la caída del Índice de Actividad Económica. Mientras, siguen las amenazas de las calificadoras.

Y la salud… Los recortes a machete pasan ya factura a los más pobres, como dejan ver los carteles en las clínicas públicas, los que se manifiestan porque el SIDA los va a matar, los doctores hartos de ganar tres pesos.

¿Qué viene? En la seguridad, una Guardia Nacional que tal vez logre aminorar la crisis, pero que, como han repetido los expertos, no la va a solucionar. En la economía, los disparates carísimos de Dos Bocas, el tren, Santa Lucía. Lo de la salud es de pronóstico reservado, salvo que el daño hecho, ahí, no es corregible. Los muertos se quedan muertos.

Ahora, las buenas noticias: tal vez la 4T se vea obligada a perseguir efectivamente la corrupción del pasado. Porque recordarla ya no va a ser suficiente. Tiemblen, corruptos.