Foto: @Notimex/ Twitter La postura mayoritaria de científicos y gobiernos es que la extinción de la vaquita marina se debe a que se enreda en las mallas destinadas a capturar totoabas, cuya vejiga natatoria tiene un valor de 5 mil o más dólares en el mercado oriental  

Aunque la culpabilidad de la inminente extinción de la vaquita marina en el Alto Golfo de California, siempre se adjudicó a la pesca, hay investigadores que consideran que se debe a causas ambientales.

 

Así lo plantearon en el Foro Pesca y Desarrollo realizado en Puerto Peñasco en enero pasado, y que organizó la Cámara de Diputados, destinado a la pesca sustentable en la zona marina.

 

En su conferencia, el oceanógrafo de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), Manuel Salvador Galindo Bect, aseguró que la vaquita no es marina sino estuarina, y su eventual extinción se debe a factores ambientales y no pesqueros.

 

Estimó que la falta de agua dulce en el desemboque del Río Colorado ha reducido la superficie del hábitat para muchas especies.

 

Galindo Bect, profesor investigador jubilado del Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la UABC, ha presentado a lo largo de los años ponencias sobre la vaquita marina de nombre científico (Phocoena sinus) y la totoaba (Totoaba macdonaldi).

 

“De las que a través de resultados de diversas investigaciones realizadas por casi 25 años en la universidad, se ha determinado que los problemas que enfrentan estas especies endémicas y protegidas por la veda, son principalmente originados por cuestiones ambientales y no por la actividad pesquera”, dijo.

 

En el foro legislativo, pescadores se comprometieron por enésima vez a aplicar todas las medidas que dictaminaran las autoridades ambientales del país, como es el uso de artes de pesca sustentables.

 

Pero también los trabajadores del mar pidieron aumentar las medidas para evitar la pesca ilegal de totoaba, que uno de los principales factores incidentes en la problemática.

 

También el ex delegado de Pesca en el poblado Golfo de Santa Clara y biólogo marino, Agustín Sánchez Osuna, manifestó que el proceso de extinción de este cetáceo inició desde los años cuarenta.

 

Explicó que desde esos años se construyeron presas en México y Estados Unidos para dedicar toda el agua del río Colorado a la agricultura y a las ciudades, por lo que el cauce natural paulatinamente quedó seco y en la actualidad no desemboca agua en el Alto Golfo de California.

 

“Toda esa agua dulce que llegaba por el río Colorado generaba un estuario, una zona amplia de reproducción de especies, que al reducirse bajaron las posibilidades de sobrevivencia para muchas especies”, afirmó en entrevista.

 

Dicha situación también generó que se redujera el área de captura, para especies como el camarón y la totoaba, y al haber una superficie más reducida, con muchas redes presentes en el agua, eso produjo el enmalle de más vaquitas.

 

La última estrategia recomendada por el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita Marina (Cirva), se aplicó en 2017, de acuerdo con un comunicado de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

 

Consistió en trasladar algunos ejemplares de vaquita a un santuario temporal, ubicada a dos kilómetros al norte del Faro del Puerto de San Felipe, Baja California, para reproducirse sin el riesgo de caer en las redes de enmalle.

 

El proyecto resultó en que se construyeron albercas, refugios artificiales, se contrataron lanchas para salir a capturar a los ejemplares, pero de los dos atrapados uno murió en noviembre de 2017, así que el equipo científico decidió abortar el proyecto.

 

Informes del Cirva refieren que entre finales de la década de los setenta y ochenta la población se calculaba entre 200 y 500 animales.

 

A mediados de 2014 se ubicó en 97, con menos de 25 hembras en etapa reproductiva, pero ya entre septiembre y diciembre de 2015, la cifra disminuyó a 60 vaquitas.

 

El décimo primer reporte del Cirva, con fecha del 19 al 21 de febrero de este año, refiere que sólo unas diez vaquitas siguen vivas, aunque existe un 95% de probabilidad de que el valor verdadero comprenda entre seis y 22 ejemplares.

 

La postura mayoritaria de científicos y gobiernos es que la extinción de la vaquita marina se debe a que se enreda en las mallas destinadas a capturar totoabas, cuya vejiga natatoria tiene un valor de 5 mil o más dólares en el mercado oriental.

 

En enero pasado, en el poblado Golfo de Santa Clara, Sonora, al menos 300 pescadores del Alto Golfo de California dialogaron con el subsecretario de Pesca de la federación, Miguel García Winder, sobre la pesca sustentable en dicha zona marina.

 

Los asistentes recordaron que en la región existe una veda desde hace más de dos años, que restringe las actividades de captura, para evitar la presencia de redes que puedan afectar a especies en peligro de extinción como la vaquita marina y la totoaba.

 

Dicha plática se dio en la vía para alcanzar una solución a favor de los habitantes del poblado Golfo de Santa Clara, que permita encontrar alternativas en el sustento familiar.

 

El alcalde sanluisino, Santos González Yescas, reconoció el interés del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y dijo que en todo lo que se ofrezca van a ayudar a los trabajadores de la pesca.

 

“El Golfo de Santa Clara es un pueblo noble, de gente trabajadora que busca una mejor calidad de vida para sus familias” destacó el munícipe.

 

Recordó que en los primeros días de gobierno se han enfocado en trabajar en el aspecto social y político, de reconciliar al pueblo con el gobierno y haciendo de las sedes de gobierno la casa de todos los ciudadanos.

 

“Basta de pleitos, tenemos que respetarnos como sociedad para alcanzar resultados”, subrayó el alcalde, “el pescador debe estar en el mar, pero también hay que buscar otras alternativas”.

 

De acuerdo con pescadores, el asunto es la falta de tiempo, por una parte para la especie, según indican los investigadores, y por otra para ellos, que desean pescar a la brevedad, pues están en la pobreza extrema.

 

DJOR