La contaminación nos agarró por sorpresa. La primera contingencia tomó a los Gobiernos local y federal, así como a los ciudadanos, mal parados y reveló lo poco preparados que estamos para una eventualidad mayor.

De entrada, ya se dieron cuenta que no hay protocolos. Sí, cinco meses después de asumir el poder se pusieron a revisar qué decía el manual respecto a las partículas contaminantes, y no hallaron ni por dónde empezar. ¿Cuál fue la respuesta? Echarle la culpa a las anteriores administraciones.
Como decía mi abuela Dondinea: “La idea no es ganar, sino hacer quedar mal al otro”.

La administración capitalina ya anunció que prepara un protocolo a seguir, y que lo va a anunciar en las próximas semanas. No sé a ustedes, pero a mí me sonó a que hay que decir que estamos haciendo algo…, aunque no estemos haciendo nada.

Lo que decida el gobierno capitalino estará de más; si antes no se echa a andar a la Comisión Ambiental de la Megalópolis que, oh, sorpresa, no tenía ni al titular nombrado y una vez más el Gobierno federal se hizo ojo de hormiga.

Cuando ya después de días de contaminación los periodistas le preguntaron al Presidente qué esperaba para nombrar al titular de la CAMe, Andrés Manuel López Obrador hizo cara de “what?”.

Estoy casi seguro que no sabía que era responsabilidad del Gobierno federal nombrar al funcionario que sustituiría a Martín Gutiérrez Lacayo, quien se fue desde el 4 de febrero pasado.

Cuando de nueva cuenta los periodistas le preguntaron a la titular de la Secretaría del Medio Ambiente, Josefa González Blanco, si ya estaba listo el nombramiento, la funcionaria federal no hizo otra cosa que rehuir a dar una respuesta, no a los reporteros, sino a los ciudadanos de la zona centro del país.

Qué rápido se les olvidó para quién trabajan los de la cuarta transformación.

Y el eslabón que completa la cadena -los ciudadanos- se quejaró en las redes sociales, criticando a las autoridades que no daban una. Los entiendo y acompaño en su dolor, pero no vi a ninguno que dijera “ahora sí voy a dejar el automóvil”.

Ahí está el otro problema, y más grave aún -el automóvil- es como querer curar de cáncer de pulmón a alguien al que primero lo tienes que ayudar a que deje de fumar. Si queremos volver a los años donde teníamos días limpios y aire para respirar, debemos dejar el coche y ayudar a que esto mejore.

 

Ya sé que van a refutar que no hay medios de transporte seguros y eficientes, pero por algo se debe de empezar y así dejar de vivir en medio de una cortina de humo.

En el baúl: en la administración federal hay una preocupación de cara al 1 de julio, cuando AMLO ya ha anunciado que dará un informe. Los niveles de violencia nomás no bajan en el país y queda muy poco para que se logren revertir y tenga algo qué presumir en sus “otros datos” con los que dice siempre contar. Será un primer resbalón serio. ¿Aceptará que la situación lo ha rebasado? ¡Basta de cortinas de humo!

¡Regresarééé!