En una entrevista con Sabina Berman, Jenaro Villamil, titular del Sistema Público de Radiodifusión, dijo que los medios que hasta ahora habían sido de Gobierno serían por fin lo que tienen que ser: públicos, y que esa condición implica, en efecto, que prevalecerá en ellos la crítica. ¿Será? Porque en estos cinco meses, las noticias que hemos tenido de la televisión pagada con dineros, eso, públicos, no son como para festejar la llegada de la nueva BBC, digamos.

Lo más sonado de la semana es lo que parecía un meme, pero no lo era: John & Sabina, un programa de Canal Once cuya apuesta, arriesgada en un nivel de deporte de alto riesgo, es por la simpatía que pueden inyectarle los protagonistas, John Ackerman y la propia Berman, al debate de asuntos de la agenda pública como la despenalización de la mota, con el que abrieron temporada al invitar a Olga Sánchez Cordero.

 

¿Brotará la flor de la crítica de esas tierras? Seguro, mientras la crítica sea contra “el neoliberalismo”. Respecto a la crítica contra el régimen actual, disculparán que queramos ver para creer, pero es que el Dos Veces Doctor, amén de esposo de la secretaria de la Función Pública, ha sido el propagandista más enjundioso de la 4T, y Sabina Berman, bueno, lleva ya un rato tratando de quitarle ese récord.

Pero si ese estreno, o el hecho de que el digamos que ideológicamente homogéneo programa de los moneros se extienda de TV UNAM a Canal 22 cuando entre los moneros se encuentra el Fisgón, o sea, el director del Instituto Nacional de Formación Política de Morena, son lo más dudoso de la nueva oferta televisiva pública, lo que no deja dudas es que las conferencias mañaneras del Presidente se transmitan completas, día con día, en plan no sé si de cadena nacional setentera o del Aló, Presidente chavista.

 

Es aberrante. Sé lo que dirán: que el Presidente tiene la responsabilidad de informar a la ciudadanía y que las televisoras tienen entre sus funciones la de dar voz a los poderes políticos para que ofrezcan esa información. Pero todos sabemos que las mañaneras son puestas en escena bastante patosas en las que, salvo excepciones como la de Jorge Ramos, lo que se hace es propaganda. Lo dijo Brozo en días recientes, y lo sabemos todos.

 

La televisión realmente pública filtraría esa digamos que información emitida por el Presidente, la compactaría, le daría contexto, la sometería a un filtro crítico. La televisión de Gobierno permite que el Presidente le escriba el guión.

Y apenas son cinco meses…