Hace tiempo que Morelos es uno de los estados más violentos. En días recientes, el homicidio de dos personas a un lado del Palacio de Gobierno y el ataque a un camión de personal del Cefereso 16 Femenil han hecho arder la entidad.

Tanto el gobernador, Cuauhtémoc Blanco, como el superdelegado, Hugo Eric Flores, han demandado la presencia de la Guardia Nacional, como si fuera una suerte de pócima mágica para terminar con los graves problemas de inseguridad y violencia.

Es menos fácil hacer fintas en la cancha de la realidad que en la del futbol. El clima de opinión y percepción es contundente: todos quieren, queremos, seguridad.

Blanco ha llegado incluso a reconocer que necesitan la Guardia Nacional, porque “solos no vamos a poder”.

Debemos de recordarle al gobernador que la esencia de la Guardia Nacional radica en apoyar las labores de seguridad que deben de garantizar el estado y los municipios, por mandato constitucional.

La Guardia Nacional coordina, apoya y coadyuva, no es la acción básica de la seguridad. Cuauhtémoc Blanco debe, como lo hizo cuando era jugador de la Selección, tomar el liderazgo y comenzar, ahora sí, a integrar una estrategia de seguridad que pase por la reestructura de su fuerza de seguridad.

En todas las entidades, necesariamente, existe, si asumimos que hay una crisis de seguridad de alcance nacional, oportunidad para la intervención de la Guardia Nacional. La medida de ella dependerá de las capacidades de un mando unificado de las fuerzas policiales. Entre más claramente funcione el Mando Único, menor relevancia relativa tendrá el nuevo cuerpo de seguridad.

La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, en la Ciudad de México, planteó desde noviembre de 2018 que las operaciones de inteligencia relacionadas con el crimen organizado estarán respaldadas por fuerzas federales. Ha precisado recientemente que la Guardia Nacional sólo patrullará las zonas limítrofes con los estados que circundan a la ciudad y donde más delitos se presentan, especialmente en el norte y oriente de la capital. Los empresarios tienen preocupación también por los límites mexiquenses de la zona poniente.

Sheinbaum tomó la batuta en el conjunto del territorio situando la intervención federal en las zonas colindantes de la capital. Con respaldo del secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta, implementó una nueva estrategia de seguridad que consiste en regresar a los policías a las calles, mejorar sus condiciones laborales y trabajar de la mano con los ciudadanos.

Cuauhtémoc Blanco tiene que aprender de temas de seguridad y resolver la discrepancia retórica operativa con la alcaldía de Cuernavaca. La presencia de la Guardia Nacional no solucionará los problemas de indefinición en Morelos.

Mientras no tenga una Policía local confiable, las situaciones de riesgo seguirán. No son hechos aislados.

Morelos es un territorio peleado por las organizaciones delincuenciales. Hay descomposición del tejido social y un abandono por parte de sus autoridades. De seguir en esta inercia, las fotos de colgados, descuartizados y asesinados se volverán parte del paisaje urbano, como sucedió hace más de una década.

@guerrerochipres

 

LEG