Foto: Reuters Messi volvió a tener una noche mágica en a que dejó al Liverpool al borde de la eliminación a pesar de haber jugado un gran partido  

Sin duda para expertos y fanáticos del futbol era que el cruce entre Barcelona y Liverpool apuntaba a ser el más parejo en la fase de eliminación directa de esta edición de la Champions. Las dos oncenas brindaron su mejor repertorio en suelo catalán y fueron los mínimos detalles los que definieron el encuentro en favor de la escuadra culé.

 

Un arranque digno de semifinal del torneo más importante de clubes del orbe alegró la noche en la Ciudad Condal. Toque, mucho toque de gran manufactura se vio desde los primeros minutos. Los Reds se plantaron muy bien en el campo blaugrana y fueron los que estuvieron rondando con más peligro el área rival.

 

Fue antes de cumplirse la media hora de juego que cayó el primer golpe culé. Jordi Alba asistió a Luis Suárez que definió sólo en el área de Alisson al 26′ y donde se le reclama a Van Dijt que haya perdido la marca del delantero.

 

A partir de ahí, Barcelona calmó el ataque de los Reds, pero los porteños siguieron insistiendo y el acoso regresó aunque sin el éxito deseado. El descanso sólo alimentó la ansiedad de los hinchas en todo el mundo de seguir viendo un espectáculo imposible de ignorar por cualquier amante del futbol.

 

En la segunda parte, Liverpool fue a buscar la igualada sin tiempo de demora. La intención fue evidente. La atestiguó el mismo Camp Nou que estuvo pletórico. Pero la figura de ter Stegen que contuvo todos los balones que tenían dirección a las redes y ese último toque no los puso en el marcador.

 

Y como el proverbio futbolero que indica: “los goles que no hagas te los van a hacer”, se ejemplificó en el césped de del Camp Nou. ¿El autor? Quién más sino el que ha llevado este juego a otro nivel: Messi.

 

Los embates del Liverpool fueron constantes hasta el minuto 75 en el que un contragolpe de los culés terminó en una jugada que fue el preludió de lo que se vería después. Sergi Roberto habilitó a Luis Suárez por la banda izquierda y el uruguayo remató dejando a Alisson desarmado. El esférico se estrelló en el travesaño que lo escupió para el centro del área grande, donde Messi llegó para detenerla con el dorso y empujarla al interior del arco. 2-0 que Klopp no creía.

 

Siete minutos después, ocurrió lo que todavía hoy y a estas horas todo el mundo esta hablando. Tras señalar un juego peligroso sobre Luis Suárez por parte de Fabinho, Messi colocó el balón perfilado para enviarlo directo a la meta de Alisson. Prácticamente 30 metros que tras el toque magistral de la Pulga parecieron la tercera parte de la distancia inicial. Un zurdazo estupendo puso el balón en el ángulo superior derecho de Alisson que por más que estiró sus extremidades nada pudo hacer.

 

Un gol memorable, como la mayoría de las grandes obras que ha firmado Messi. Un tanto que no se había visto antes nacer de las botas del argentino y que sus más fervientes fanáticos no dudaron que un día lo haría. Bien, ayer lo hizo, ayer lo volvió a hacer. Messi tiene al Barcelona a un paso de otra final del mejor torneo de clubes del mundo.

 

 

fahl