Está visto que el presidente Andrés Manuel López Obrador prefiere la velocidad en las respuestas a las preguntas en sus conferencias mañaneras que la precisión de los datos. Son numerosas las ocasiones en que la información ahí vertida resulta, por decir lo menos, imprecisa.

Las mañaneras son el espacio donde juntar las pifias de la 4T y repartir culpas y otorgar el perdón de los pecados. Es el contrapeso necesario a toda la carga de promesas generadas en campaña y claramente incumplidas en el ejercicio del poder.

El precio de las gasolinas es una de esas promesas no cumplidas que hoy requieren la expiación presidencial.

Hay que decir que afortunadamente el gobierno de López Obrador no cayó en la tentación de congelar los precios de las gasolinas. Porque eso no sólo habría implicado el uso descomunal de recursos públicos, sino también el incumplimiento de la reforma energética.

Tras la cancelación de la construcción del aeropuerto de Texcoco, no son pocos los que están muy al pendiente de cualquier señal de desconfianza que pudiera generar este Gobierno.

La responsabilidad del gobierno de López Obrador fue generar falsas expectativas; no es su culpa el incremento en el precio de los combustibles. Lejos de explicar a aquéllos que le siguen con los ojos cerrados que las gasolinas tienen precios internacionales, generó la idea de que tendríamos esos combustibles baratos.

Pero las gasolinas en el mundo, lejos de bajar sus precios, han mantenido una tendencia al alza. Los futuros del precio de la gasolina se han elevado más de 45% en lo poco que va del año y el precio promedio en Estados Unidos alcanzó ayer el precio más alto promedio del año en 2.88 dólares por galón.

Y ahora, cada lunes, en la mañanera se buscarán culpables de las gasolinas caras a través de la comparación de precios. Todo para posicionar la información de que las empresas privadas que venden gasolinas en México están dando los combustibles caros.

Y lo harán con datos equivocados, como ayer. Con tal de llevar la discusión de la opinión pública hacia los precios más altos y más bajos de la gasolina, la Procuraduría Federal del Consumidor compara peras con manzanas.

Debería esta autoridad saber que los precios de las gasolinas varían dependiendo la ubicación de la estación de servicio. No es lo mismo el precio junto a la refinería que en Baja California Sur o Cozumel. No es igual el precio en la frontera en una ciudad con competencia que a la mitad de una carretera solitaria. Comparar precios debería ser sólo un asunto focalizado.

Evidentemente, con esas cifras no comparables aparece una empresa más cara que otra, básicamente por la ubicación de sus estaciones de servicio. Y con ello, traspasan el tema de las gasolinas caras a los particulares. La Profeco debería, eso sí, buscar que los litros sean de a litro.

Es mejor, en todo caso, que el Gobierno use esta estrategia de propaganda antes que caer en la tentación de fijar los precios de las gasolinas.