Foto: Twitter @GustavoPerrito La YouTuber habla de los retos de una mujer trans en un mundo machista  

“Lo más difícil cuando eres trans es sentir la soledad. En cada esquina te vas a encontrar con alguien que no quiere que tú existas”, dice Ophelia Pastrana, que nació como varón en Colombia. Hace 10 años que vive en México, como mujer, y hoy en día es una YouTuber exitosa, seleccionada por Forbes en la lista de las mujeres más poderosas en México. Pero el camino no ha sido fácil:

 

“Cuando comencé mi transición tuve muchas bajas de autoestima. Incluso un día una persona me dijo: “pero querías ser mujer, ¿no?” Y por si fuera poco, de todas las cosas que pude haber elegido, fue justo esta donde más se juzga a granel quién eres, lo que haces, cómo te presentas, lo que dices, cómo lo dices. Entonces, es complejo, y yo creo que por eso me gusta. Me gusta un buen reto”.

 

Para Ophelia, hay muchas maneras de ser trans, pero solo una, la que implica lo sexual, no es aceptada:

 

“Hay muchos rubros de los temas trans. Muchos que ya se aceptaron. Entiéndase: hay gente transnacional, que es un modo de ser trans. Tú naces en un país, con la condición que se te asigna al nacer y la cambias totalmente: cambias quien eres, cómo hablas, cómo te presentas, cómo te vistes, y legalmente cambias también quién eres. Entonces el proceso de ser transgénero y de ser trasnacional es exactamente el mismo. De hecho, después de llevar 15 años de vivir en tu país nuevo todavía va a haber alguien que te va a ver y te va a decir: “no, pero tu genética no es la de acá”, que es exactamente lo mismo que me dicen a mí”.

 

“Porque luego también llega gente que se me acerca gente y me dice: “Tú eres antinatural”. Y yo digo, a ver bueno: “tú, señora con extensiones, pestañas, implantes, maquillaje”, ¿Quién es antinatural, ¿no?”

 

Desde que decidió iniciar su proceso para convertirse en una mujer, Ophelia ha lidiado con distintos grados de discriminación:

 

“De hecho, el motivo por el cual soy YouTuber es porque hice una cantidad ridícula de trabajo para presentarme como talento en tele y en radio. Y si te dijera la cantidad de medios que de plano me veían y me decían: ‘es que yo no puedo poner a alguien como tú en tele’. Así”.

 

“Entonces haberme hecho en línea fue, yo creo, espectacular, porque hoy manejo cuándo, dónde y con quién, con qué audiencias, qué mensaje. Y si bien hay limitantes, a fin de cuentas una cosa es tener un foro y un staff de 36 para básicamente decir “hola, buenos días”, otra cosa es estar en casa y grabarte con tu celular”.

 

“En el internet nos estamos inventando un rubro de presentador que no existía hace 10 años, que es el presentador abiertamente LGBT”.

 

Cuando Ophelia (que se puso así por el personaje de Shakespeare) se transformó en una mujer trans, a los 28 años de edad, experimentó por primera vez lo que significa estar en una reunión donde los hombres hablan y se ríen de sus propios chistes pero cuando una mujer dice algo, nadie la escucha:

 

“Entonces yo me acerco a los grupos de mujeres, pero dentro de esos grupos hay muchas que no quieren que yo esté. Siempre sale una que dice: “ay, no, yo con el trans, no”. Y yo: no es él, es la”.

 

“Es complejo lidiar con que hay misoginia acá y hay rechazo allá. Y de ahí viene el sentido de soledad de ser trans: ni de aquí ni de allá”.

 

Pero aunque ha dolido en su momento, la discriminación también ha servido para hacer más fuerte a Ophelia, para aventarse, para atreverse:

 

“Siento que ser trans es como un filtro de idiotas. Yo con solo andar por la vida diciendo que soy trans, ellos solitos se alejan, se conflictúan y se van a refunfuñar a sus casas y entonces no hacen cosas conmigo”.

 

MGL