Devoción, tradición y turismo se conjugan desde las primeras horas de este viernes en el centro de Iztapalapa, donde se lleva a cabo la 176 Representación de la Pasión de Cristo.

 

Todavía no salía el Sol y ya cientos de iztapalapenses, vestidos de nazarenos y cargando sus cruces, esperaban pacientes a que iniciara el “Recorrido de los Nazarenos”, el cual parte de la plaza Central de Iztapalapa y termina en la cima del Cerro de la Estrella.

 

Durante ocho kilómetros los devotos participantes, ataviados con su túnica morada, con sandalias y hasta descalzos, cargan sus respectivas cruces que llegan a pesar de 30 a 120 kilos, ya sea para pagar una manda o pedir un favor.

 

Tal es el caso de Omar López, quien a la salida del templo de San Lucas Evangelista, toma un último aire antes de iniciar el recorrido.

 

“Llevamos la cruz de aquí hasta la Purísima y de ahí hasta arriba del cerro”, comenta mientras se acomoda su corona de espinas, que sí pican.

 

La participación no se limita solo a los varones, pues también hay niñas, jóvenes e incluso adolescentes que deciden hacer el recorrido, como Daniela, quien a sus 12 años decidió sumarse para pedir por la salud de su abuelita.

 

“En mi familia siempre han habido nazarenos y a mí me gusta esta tradición. Este año quise participar yo para pedir por mi abuelita”, comenta tímidamente mientras su mamá le ayuda y le acomoda su cruz de 30 kilos.

 

Para aligerar la carga, en ocasiones los nazarenos se auxilian de un cojín, para no lastimarse el hombro, pero hay quienes valientemente aceptan el reto y se la llevan “pelona”.

 

También está el recorrido de “La Virgen del pueblo”, en el que mujeres acompañan a los nazarenos, por la misma ruta, solo que sin cruz y vestidas de la virgen con su tocado blanco y su túnica lila.

 

Apurada debido a que se le olvidó traer su círculo o cuerda para la cintura, América, de 19 años, acude a algunos de los puestos en donde se puede adquirir vestuario de romanos y nazarenos.

 

En entrevista con Notimex compartió que desde hace 10 años participa en este recorrido, el cual le fue inculcado por su hermano y se ha convertido en una tradición con la que seguirá, “por salud, por seguridad, en agradecimiento y por todo lo que necesitemos este año”.

 

No faltan quienes llegan tarde y aunque el recorrido ya llevaba más de una hora de iniciado, siguen llegando los devotos a revestirse e iniciar su trayecto, el cual indudablemente genera estragos para quienes cargan la cruz, portando una corona de espinas, o realizan el recorrido descalzos.

 

Aun así, la camaradería sale a flote y no faltan los que hacen el recorrido con sus amigos o familiares echándoles porras o ayudándoles e incluso sumándose mientras ellos también cargan una cruz.

 

“Ándale, que todavía nos falta”, le dice Joaquín a su amigo Andrés, mientras toman aire en una pausa que hacen antes de dar vuelta por la calle de Ayuntamiento.

 

De esta manera, transcurre la mañana en la tradicional Semana Santa de Iztapalapa en donde poco a poco comienzan a cobrar vida las calles, luego de una jornada nocturna que terminó con la visita de las Siete Casas.

dpc