Aquel 6 de marzo de 1994, en el discurso de aniversario de su partido, el Revolucionario Institucional, Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial, señalaba: “México no quiere aventuras políticas. México no quiere saltos al vacío. México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces. México quiere democracia, pero rechaza su perversión: la demagogia”.

Días después, el 23 de marzo en Lomas Taurinas, una colonia popular de la ciudad de Tijuana, era asesinado de manera artera. Ésa ha sido, con toda seguridad, la peor crisis que ha tenido el PRI en su historia contemporánea, pero también fue un detonador importante de los cambios que ha vivido el país en el presente siglo.

A 25 años de distancia de aquel suceso, el PRI perdió la elección presidencial por primera vez después de 70 años con el partido Acción Nacional en el año 2000, que ratificó su triunfo en la siguiente elección. El PRI recuperó la primera magistratura de la nación en 2012, para perderla nuevamente apenas el año pasado, ahora ante Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena.

A un cuarto de siglo de distancia del magnicidio de Colosio, el PRI se encuentra en la antesala de su necesaria transformación, en donde los ecos del discurso de su mal logrado candidato aún resuenan en los muros de su sede nacional “como un partido en competencia, el PRI hoy no tiene triunfos asegurados, tiene que luchar por ellos y tiene que asumir que en la democracia sólo la victoria nos dará la estatura a nuestra presencia política”.

La muerte de Luis Donaldo Colosio, el político que se definió como un mexicano proveniente “de la cultura del esfuerzo y no del privilegio”, marcó un parteaguas en la historia reciente del Partido Revolucionario Institucional.

Sus dirigentes actuales como Manlio Fabio Beltrones, el diputado federal Enrique Ochoa, la senadora Beatriz Paredes, el ex rector de la UNAM, José Narro, el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, entre tantos otros, tienen presente las palabras de Colosio que ahora suenan como anticipo, como profecía: “Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio”.

Es indudable que en los 25 años transcurridos desde la muerte de Colosio, México ha tenido cambios importantes en materia política y en reconocimiento de derechos. No obstante la asignatura en materia social y de pobreza sigue estando pendiente. Es un buen momento para que todas las fuerzas del país puedan hacer un corte de caja y dar los pasos necesarios para lograr el México con democracia, en el más amplio sentido del término.