El rechazo de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) al dictamen de reforma educativa que se planeaba discutir ayer en la Cámara de Diputados no es para casi nadie una sorpresa. Durante décadas la “coordinadora” ha sido uno de los mayores opositores a la rectoría del Estado sobre la educación, eso tampoco es un secreto para nadie.

El bloqueo de los accesos a las Cámaras de Diputados y Senadores, así como las marchas anunciadas por el magisterio pondrán a prueba la capacidad de negociación de los legisladores de Morena y, especialmente, de su coordinador Mario Delgado, pero sobre todo pondrán en evidencia la capacidad del Gobierno federal para anticiparse a las acciones perfectamente previsibles de la CNTE.

El conflicto entre maestros y Gobierno es de pronóstico reservado, pues los primeros exigen que se cumpla la promesa hecha por el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su campaña, la cual se podría resumir en una de las frases emblemáticas del entonces candidato: “De la reforma educativa no quedará ni una coma”.

Para la CNTE, y sus 43 diputados (Morena cuenta con un total de 258), resulta irreductible la demanda de la abrogación total de la reforma educativa aprobada por el ex presidente Enrique Peña Nieto a través del Pacto por México, eso incluye eliminar evaluaciones y regresar al esquema en que las plazas magisteriales eran controladas por el sindicato y la SEP.

El dictamen, que según Delgado cuenta con el apoyo de la mayoría legislativa, no elimina la evaluación a los docentes, aunque sí su carácter punitivo, antepone la capacitación a la evaluación y se eliminan las sanciones anteriores como el traslado a labores administrativas; ello es completamente aceptable y lógico en cualquier parte del mundo, sin embargo para la CNTE no.

“La admisión, promoción y reconocimiento del personal que ejerza la función magisterial, directiva o de supervisión, se realizarán a través de procesos de selección”, establece el dictamen, es decir, para acceder a una mejor plaza y salario, los maestros deben demostrar que cuentan con las capacidades necesarias.

Aunque la reforma lopezobradorista pretende la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y refuerza la percepción de que el Presidente no encuentra en los órganos autónomos una labor indispensable, sí se plantea la creación del Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación, el cual tendría autonomía técnica, operativa y presupuestaria.

Acceder a una mejor posición laboral es, para cualquier ciudadano mexicano, y me atrevería a decir que de cualquier país del mundo, un proceso en el que deben probarse las aptitudes y habilidades, las promociones se ganan por experiencia o talento, por lo que resulta inverosímil que los maestros, entre cuyas principales funciones se encuentra la de evaluar a los alumnos para promoverlos al siguiente curso, rechacen de manera irreductible someterse a algún control.

En el horizonte político se vislumbra un conflicto que, además de volver a evidenciar el carácter radical de la CNTE, también dará visos de la capacidad de negociación del coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, y del Gobierno federal, a través del secretario de Educación, pero sobre todo de la profundidad de los acuerdos hechos en la campaña electoral con el magisterio.