Las elecciones en Puebla y Baja California se convertirán en la consolidación de liderazgos en Morena, al mismo tiempo que fortalece al partido en el poder.

En ambos casos, los candidatos de ese movimiento tienen el triunfo en la bolsa. Aquí se juntan los dos problemas políticos que seguramente padece el resto del país. En primer lugar, la debilidad de la oposición y, en segundo, la fortaleza del partido en el poder.

Como sucede en todo partido en el poder en las últimas décadas, hay pugnas por crear parcelas de poder. Sobre todo ahora que los asuntos electorales son muy fáciles de alcanzar con éxito.

Así, desde la perspectiva de Morena, cualquier candidato gana y toda expresión política tiene repercusión, para bien o para mal. En medio de esas fortalezas y debilidades podemos apreciar que el partido en el poder todavía no se adapta a ejercer la política y que la oposición todavía no se resigna a perder el poder.

En este proceso de adaptación sucede algo inédito en la historia política del país: el partido en el poder gana presencia, cobertura y simpatías como si estuviera en campaña.

El desprestigio al que han sido expuestos tanto el PRI, como el PAN y el PRD, sin ser sancionados más que con la exposición de sus errores y triquiñuelas, ha sido en realidad un acto de campaña que afecta como nunca a esas fuerzas políticas.

No es gratuito el hecho de que no se haya castigado a peces gordos de la anterior administración, es parte de la estrategia de campaña que se vivirá permanentemente en el país, donde sin mentiras ni guerras sucias se muestra la podredumbre de un ejercicio administrativo muy sucio y, hasta ahorita, sin consecuencias.

El PAN, PRD y Movimiento Ciudadano tratarán de ganar las elecciones en Puebla, lo cual se ve poco posible ante el deterioro de cada uno de ellos.

Registraron a Enrique Cárdenas como su candidato en común en la elección extraordinaria; el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, expuso que Enrique Cárdenas viene de la sociedad civil y es una persona intachable, y no desaprovechó la oportunidad para señalar que el candidato de Morena, Miguel Barbosa, es un cartucho “quemado y requemado”. Pero los poblanos, como sucede en el resto del país, no ven el producto, sino la marca, y el dirigente del PAN deberá empezar a hacer maletas para resignarse a perder una posición que nunca pudo sostener ni siquiera con dignidad.

La alianza encabezada con el PAN arrastra a dos partidos agónicos que tienen registro de milagro. Las palabras de sus dirigentes pueden decir que son competitivos, pero la realidad es muy diferente.