Todo se puede desmoronar para el Guadalajara contra el rival menos deseado: el gran inicio, la racha de victorias consecutivas, tantas jornadas en posición de calificación, la legitimidad que surgía respecto a José Saturnino Cardozo como pastor del Rebaño, la aprobación de los refuerzos para este certamen.

Todo se puede desmoronar, porque de volver a perder con el América, ahora en torneo de liga, el semestre de Chivas tendería de nuevo hacia una nada inaceptable en esta institución. Representaría rezagarse de un bloque muy compacto de siete clubes que aspiran a meterse a la liguilla entre las posiciones 4 y 8.

Cuando el destino se empecinó en que se encontraran con sus detestadas Águilas en la misma semana en copa y liga, era evidente el tamaño del riesgo. Porque el América, por mucho que le doliera salir mal parado del doble cruce, viene de ser campeón (eso quita presión) y cuenta con el suficiente músculo en el plantel para calificar a la liguilla con un buen sprint final (eso quita dependencia de esos puntos). Caso opuesto, Chivas no sólo acumula tres certámenes sin liguilla, sino que el título de ConcaChampions que sirviera de consuelo en 2018, terminó por tornar en condena tras el horroroso Mundial de Clubes.

Así que las dos esperanzas rojiblancas de éxito se dirimirían ante el América. La primera, la de la Copa Mx, ya se diluyó; la segunda, la de Liga Mx, se jugará el sábado bajo absoluta desolación y diezmada autoestima, luego de un Clásico tan paupérrimo en desempeño que Pepe Cardozo admitió que “no parecía un Clásico, nos morimos de nada”.

Así como el Real Madrid sepultó su temporada tras la crisis de identidad desatada luego de perder en la Copa del Rey a manos del Barcelona (cotejo en el que falló goles infallables), ahora el Chiverío intenta rehacerse, cicatrizar sus heridas, exorcizar sus demonios y ponerse en pie para un nuevo Clásico.

Por supuesto, en términos reales una eventual derrota no será definitiva, con tantos equipos trabados en similares puntos. No obstante, para fines prácticos, sería un golpe casi letal: sucumbir dos veces en cuatro días ante los colores más adversos podría incluso tambalear a un entrenador que abrió el torneo de forma espectacular, dándose por hecho una gestión a largo plazo.

Punto de inflexión: el Madrid no fue capaz de revivir tras el primer Clásico y al cabo de seis días todo estaba evaporado; el Guadalajara ha de aprender esa lección, por rudas o técnicas no se puede permitir otro chasco contra el América; habrá de levantarse aunque no sepa cómo ni con qué.

Twitter/albertolati

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