Foto: Reuters / Archivo Desde que comenzaron las protestas de los "chalecos amarillos", como respuesta a un aumento del precio de la gasolina, han muerto 11 personas  

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, acusó hoy a los “chalecos amarillos” de ser “cómplices” de los actos de violencia que se han registrado en las manifestaciones organizadas semanalmente por este colectivo.

 

El grupo -sin referentes claros, ni una ideología precisa- que asaltó las calles de París y otras ciudades y que desató un caos en la capital francesa desde hace 15 semanas con protestas, es calificado como cómplice de violencia por el mandatario francés.

 

“Es un milagro que después de tantos sábados marcados por la violencia no haya habido muertos entre la policía”, añadió Macron.

 

“No podemos, prohibir las manifestaciones… pero tiene que haber un mensaje claro de todos” contra la violencia, dijo el presidente,tras el llamado de legisladores para que se tomen medidas más enérgicas contra los manifestantes.

 

“Creo que hoy es el momento de debatir, de dar una respuesta democrática y luego una respuesta a través de las urnas”, añadió.

 

Desde que comenzaron las protestas de los “chalecos amarillos”, como respuesta a un aumento del precio de la gasolina, han muerto 11 personas, 10 de ellos en accidentes de tráfico en puntos de bloqueo por parte de los manifestantes.

 

Las imágenes de vehículos en llamas y negocios saqueados durante los primeros sábados se conocieron en el mundo y aunque la violencia disminuyó, estallan enfrentamientos esporádicos todos los sábados, en las provincias.

 

De acuerdo con el portal de noticias Infobae, la víspera una encuesta reveló que 55 por ciento de los franceses quiere que cesen las protestas y dos tercios apoyan las manifestaciones del colectivo que nació en las redes sociales en sus inicios.

 

El fin de semana, unas 47 mil personas volvieron a manifestarse en Francia contra Macron y sus políticas proempresariales, acusándolo de ignorar las luchas cotidianas de la gente de las zonas rurales y de los pueblos pequeños de Francia.

 

Pero una parte de la clase media baja, que desde hace muchos años enfrenta restricciones por el elevado desempleo y los bajos salarios, lo sintió como una gran injusticia. Sobre todo, por parte de un gobierno que redujo impuestos patrimoniales a los ricos para evitar que se lleven al extranjero sus fortunas.

 

 

jhs