Foto: Cuartoscuro / Archivo El tiempo es lo que menos importa, y es que hay quienes sólo están cinco minutos en el cuarto, aseguró Rosa, una recamarera  

El 14 de febrero, el amor y el deseo se reflejan en los rostros de las parejas que solicitan una habitación en algún hotel o motel de Calzada de Tlalpan en esta capital. El tiempo es lo que menos importa, y es que hay quienes sólo están cinco minutos en el cuarto, aseguró Rosa, una recamarera.

 

La demanda de cuartos para celebrar la ocasión comienza desde los primeros minutos del 14 de febrero, el constante entrar y salir de hombres y mujeres, año con año, forma parte del ritual de la celebración, señaló la empleada de un motel ubicado sobre esa avenida.

 

Mientras conversa en la entrada del establecimiento de un nivel, un auto compacto gris que circula por el carril de baja velocidad disminuye de tajo su marcha para ingresar rápidamente a las instalaciones. En su interior apenas se alcanza a distinguir las cabezas de dos personas.

 

Rosa interrumpe la conversación y se aleja para señalar a los clientes una de las habitaciones disponibles. Enseguida, el auto atraviesa el umbral del estacionamiento particular de la habitación, y la cortina baja casi en automático para mantener la privacidad del encuentro entre esas dos personas.

 

Vestida con un uniforme de color claro, la empleada que solicita el anonimato, lo mismo que del nombre del lugar donde trabaja, se encarga de la limpieza de las habitaciones, mantiene fija la mirada en la entrada, a fin de señalar a los clientes que ingresan los alojamientos disponibles.

 

Los precios dependen del tipo de habitación y del tiempo de estancia, que en la mayoría de los moteles ubicados en esta zona de la Ciudad de México no pasa de tres horas y en algunos casos de cinco minutos, a decisión de los clientes, y van desde 300 hasta mil 200 pesos.

 

Rosa refirió que la mayoría de las parejas que solicitan un cuarto hace hasta lo imposible por mantenerse en el anonimato, “desde que entran en el automóvil o caminando, tratan de que el contacto con los empleados sea sólo el indispensable, sobre todo los hombres”.

 

Debido a lo anterior, mencionó que en muchas de las ocasiones resulta fácil llegar a la conclusión de que el encuentro de esas parejas es fruto de una relación que se mantiene en las sombras.

 

En otros casos, es evidente que la cita nada tiene que ver con el Día del Amor y la Amistad, para ellos la fecha es lo de menos. “Es común ver a un cliente entrar acompañado de una mujer que, calles atrás o calles adelante, en una esquina de la importante avenida, ofrecía sus servicios”.

 

En este sentido, Alberto Albarrán, directivo de la Asociación de Hoteles, explicó que hasta hace unos 10 años, el Día del Amor y la Amistad era una locura, y los clientes no paraban de llegar hasta muy entrada la madrugada.

 

Recordó que en ese tiempo trabajaba en un Motel de Tlalnepantla con 52 habitaciones, y un 14 de febrero se dieron 227 servicios en el turno de día.

 

En la actualidad, aseguró que esta fecha representa un día de mucho trabajo, pero ya no se amontona la gente, y son contados los moteles en los que se hace fila. De hecho, hay otros días del calendario que demandan más gente, como el 12 de diciembre, por ejemplo.

 

Y lo que es más, evocó la Suite Presidencial de un hotel de Reforma, con las evidencias más descaradas e inimaginables que jamás ha vuelto a ver en los casi 28 años de trabajo en el sector, en la que una buena parte de los participantes “de la fiesta” era gente muy conocida de aquellos años.

 

jhs