Nicolás Maduro es un holograma de lo que fue. Se sabía con el poder omnímodo del que todo lo puede por su dictadura. Se sabía fuerte siendo un Goliat de barro. Ahora aparenta valentía, y seguridad y fuerza, y todo eso junto. Pero eso es sólo una mera apariencia, un escaparate. Sabe que su futuro se está complicando y que sus órdenes cada vez tienen menos resonancia.

Los militares que todavía le acompañan en los videos y fotos no son más que palmeros, comparsas que le ríen las gracietas, aunque ya por poco tiempo. A cada paso que intenta dar le suceden dos hacia atrás.

La verdad y la justicia se imponen: la palabra libertad toca a las puertas de Venezuela y a los balcones de miles de venezolanos que buscan esa libertad. Otros muchos están haciendo ya sus maletas para volver al país del que nunca debieron salir.

Cada manifestación, cada país que apoya a Juan Guaidó es una batalla más, ganada en esta guerra que, parece, podría estar tocando su fin.

Pedro Sánchez, en España, y el resto de los Presidentes europeos le han asestado un golpe mortal. El hecho de que hayan manifestado su apoyo unánime a Juan Guaidó supone el reconocimiento de los países de la Unión Europea y, por lo tanto, de casi toda Europa, con lo que ello conlleva. Se trata de un sueño que se está haciendo realidad.

El camino lo ha trazado y lo ha hecho de manera magistral. Por ese camino han quedado miles de víctimas, de mártires sin pretender serlo. Por el camino también perdieron la libertad en las mazmorras más terribles miles de personas por pensar de manera diferente y buscar la libertad. Por el camino han quedado familias enteras desgajadas, con heridas en el alma, con el corazón ajironado. Pero parece que ahora sí, que ahora corre una brisa, un viento a favor de esa libertad tan ansiada.

Pero cuidado, porque cuanto más acorralado se sienta el dictador, más posibilidades tendrá de cometer actos indeseables. Podría ser un intento desesperado para que el régimen no terminara de desaparecer.

El último golpe de gracia se lo ha asestado el Presidente español, Pedro Sánchez, cuando hace unas horas, con gesto solemne, declaraba que España apoyaba incondicionalmente a Juan Guaidó como Presidente encargado de la República de Venezuela. A partir de ahí, un rosario de países europeos, entre los que se encontraban Reino Unido, Francia, Austria, Suecia o Dinamarca han seguido el camino de España.

Todo parece indicar que Nicolás Maduro se está quedando solo, más, incluso, de lo que el propio Maduro piensa.