Hace unos días visité en el muy chic barrio parisino de Saint Germain des Prés una exposición de Ellen von Unwerth, el ojo femenino de la fotografía de moda erótica, un desfile de retratos increíblemente bellos de grandes modelos, mujeres voluptuosamente sensuales, a las que la artista supo sacar enormes dosis de elegancia y picardía. En el libro de oro de la muestra alguien escribió: “Ojalá pronto los chalecos amarillos puedan ser reemplazados por la lencería negra sexy”.

Me llamó la atención ese singular deseo para el año nuevo, que podría traducirse como una invitación a usar el buen humor para desdramatizar situaciones de estrés que se viven cada sábado desde el 17 de noviembre pasado durante las ya tradicionales protestas de los chalecos amarillos contra la política social de Emmanuel Macron, protestas inimaginables sin el gas lacrimógeno, barricadas de fuego o balas de goma.

Nos hace mucha falta aligerar tensiones acumuladas. Un efecto relajante tendrá sin duda tomar una sana distancia de los hechos callejeros escuchando música estilo new age. En lo que me traen las mejores rolas chill out le cuento, estimado lector, que está tomando cuerpo el movimiento “antichalecos amarillos”, de los denominados “pañuelos rojos”, hartos de los disturbios, los destrozos en comercios y restaurantes, bloqueos de carreteras, hartos del desorden reinante que no respeta ni las instituciones ni las reglas elementales de convivencia en la República y que los transforma en rehenes de una revuelta cada vez más caótica.

El próximo 27 de enero los “pañuelos rojos” sacarán músculo contra los “chalecos amarillos”, unos y otros medirán sus fuerzas en la calle, al más puro estilo francés. Unas 50 mil personas pueden exigir el fin de la furia amarilla sin necesariamente ofrecer su respaldo al debilitado Emmanuel Macron.
Si bien perdieron apoyos (a mediados de diciembre le aplaudía 80% de los franceses), los chalecos amarillos aún mantienen su pulso con el Gobierno y por sus reivindicaciones sociales cuentan con una amplia simpatía popular, de al menos 55% de la sociedad. El fondo sigue convenciendo, pero la forma genera cada vez más rechazos. Actualmente ocho de cada 10 galos lanzan un NO rotundo a la violencia como método de lucha.

¿Tendremos dos Francias en pugna? Todo indica que sí.