Considerada la ciudad más importante de América durante el Periodo Clásico, Teotihuacán desarrolló una profunda y compleja civilización, pero sin historias escritas que fueran testimonio de su avance y declive. Sus referentes son principalmente formas pictóricas de comunicación visual, es decir, sus pinturas murales.

Ahora, mediante la técnica de datación arqueomagnética, expertos de la UNAM, en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), determinaron con mayor precisión la cronología de dos pinturas representativas de las primeras etapas, en el complejo Quetzalpapalotl.

Este avance es significativo, porque los cálculos indican que la nueva cronología: entre los años 312 y 409 d.C., coincide con un gran auge de la pintura mural en esa ciudad.

Además, la datación de éstas y otras piezas permitirá ampliar la información y conocer mejor la historia del complejo arqueológico de Mesoamérica, indicó Avto Goguitchaichvili, titular del Servicio Arqueomagnético Nacional (SAN) de esta casa de estudios.

Subestructura III, Tableros con Discos, descrita en 1973 por expertos del INAH, y Círculos Rosas en Fondo Rojo, cuya decoración pictórica se pensaba que fue elaborada hacia el año 200 d.C., en realidad fueron elaboradas entre los años 300 y 400 de nuestra era.

En el caso de Teotihuacán, los mejores resultados fueron obtenidos de las muestras de los círculos rojos en la Subestructura III, que se encuentra al interior del edificio y, por lo tanto, estuvo protegida de la intemperie.

“Los círculos rojos son la fase inicial de aparición de las pinturas; los arqueólogos los ubicaban hacia el año 250, pero nosotros encontramos que su elaboración fue más tardía”, describió el también investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM unidad Morelia.

Para la datación, en la que también participan Gloria Torres, Verónica Ortega y Jorge Archer, del INAH, se utilizó la técnica de Magnetización Pictórica Remanente, a fin de analizar el magnetismo de minerales contenidos en los pigmentos rojos usados en la elaboración de pinturas murales.

Se tomaron 47 muestras de 12 milímetros de las pinturas interiores y exteriores del Palacio de Quetzalcóatl, que fueron analizadas in situ y en laboratorio para revisar sus propiedades magnéticas, una labor que duró cerca de ocho meses.

aetc