Morena decidió que eso de las cortesías políticas, tratándose de poder, son cosas del pasado.

La dirigencia encabezada por Yeidckol Polevsnky, desde luego con el visto bueno de Andrés Manuel López Obrador –la señora no toma decisiones propias-, anunció que Miguel Barbosa será nuevamente el candidato de su partido a la gubernatura de Puebla.

Después de que el par de morenistas desconociera el triunfo de la fallecida Martha Erika Alonso, entre la clase política nacional y local se daba casi por descontado que el propio presidente López Obrador, en una acción para despresurizar el ambiente, se decantaría por un candidato distinto a Barbosa.

Aparentemente no fue así.

Barbosa cuestionó rabiosamente el triunfo de Alonso y en un video que circuló profusamente advirtió que “Martha no será gobernadora’’; lo fue aunque solo por diez días.

El candidato de Morena justificó la violencia con la que una horda de sus seguidores ingresaron a un hotel en el que supuestamente había operadores de la extinta gobernadora manipulando paquetes electorales.

Rompieron todo el mobiliario, golpearon a los empleados que estaban en el lugar, amedrentaron a todo el mundo y cuando Barbosa fue cuestionado sobre esos actos de violencia se indignó y dijo que se trataba de manifestaciones de un pueblo indignado por un fraude electoral.

Al final, no era un centro de operación mapache sino un centro de cómputo que todos los partidos tienen para el recuento de los votos.

La violencia verbal de Barbosa continuó, incluso después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se negara, por mayoría de votos (4-3) a anular la elección como demandó Morena.

El candidato perdedor y su presidenta, luego de que López Obrador descalificara el fallo del Tribunal, prometieron que le harían “sombra’’ a la gobernadora.

Con todo y ese ambiente polarizado, hoy Barbosa, que luego del accidente mortal de Alonso y su esposo, Rafael Moreno Valle comenzara su nueva campaña con un tour de medios, pretende competir nuevamente por la gubernatura.
Por el bien de la sociedad poblana, ¿tendría que hacerlo?

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En el Congreso local poblano también se decide quién ocupará el interinato y por ende será el encargado de convocar a nuevas elecciones.
Cuando el PRI era mayoría en el país, a la ausencia definitiva de un gobernador se dejaba que el interino fuera del mismo partido, sin importar si los tricolores eran mayoría en el Congreso respectivo.

Hoy parece que esta cortesía –que algunos llaman bizarra pero que otros ven como necesaria para garantizar la gobernabilidad del estado-, está en riesgo ante la pretensión de la mayoría morenista en el Congreso poblano de imponer a uno de los suyos como interino.

Lo razonable sería que Jesús Rodríguez Almeida, que quedó como encargado de despacho, se mantuviera como interino hasta la elección del nuevo gobernador, pero 2018 terminó con el jaloneo sin decisión.
Cinco meses de poder, son cinco meses.

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La selección del fiscal carnal y la modificación constitucional para la creación de la Guardia Nacional son los temas pendientes del Congreso en este inició de año.

En el primer tema, ya se sabe que López Obrador tiene a sus favoritos, entre ellos su amigo de toda su confianza, el ex procurador del DF, Bernardo Bátiz.

Y en el segundo tema, hay en curso una campaña mediática a nivel nacional para convencer a la población de la necesidad de aprobar la Guardia Nacional.

Es como una consulta nacional pero a lo grande.