Sólo quien asume el dolor de su caída, apura en levantarse. Sólo quien sabe lo que ha perdido, lucha por recuperarlo. Sólo quien acepta que algo dejó de hacer bien, tiene posibilidades de remediarlo.

Tres premisas que permiten comprender la muy frontal (y, casi puedo decir, optimista) conferencia de prensa que ofreció el Cruz Azul. Lejos de proyectar un derrotismo, que sería muy entendible dada la magnitud del golpe que recibió en la final perdida ante América (no sólo por otro título perdido en el límite, no sólo por tratarse del acérrimo rival, sino sobre todo por la fría forma en que se encaró la cita que supuestamente exorcizaría todos los males), Ricardo Peláez y Pedro Caixinha emergieron llenos de propuestas y soluciones.

Caixinha absorbió la totalidad de los golpes al asumirse culpable de cuanto fue mal en la doble final, al tiempo que enfatizó que quien no esté a la altura que se pretende volar, tiende a ser cortado. Peláez insistió que seguirá luchando por poner en manos del timonel portugués cuanto recurso haya disponible. En resumen, continuismo y, a su vez, aprendizaje.

Una conferencia de prensa tan propositiva y echada para adelante, que se lanzó un mensaje urgente para la feligresía azul: que el equipo está de pie, que el volver a disputar una final no ha sido una excepción, que este proceso recién comienza.

Por supuesto, lo más sencillo hubiese sido que así de pronto se conquistara el cetro añorado (al segundo torneo de Caixinha, en la campaña debut de Peláez). No obstante, el camino a los sueños suele ser tan pedregoso y accidentado como para que sea requerido mucho más que un gran impulso inicial.

Los refuerzos, de entrada, no podían lucir más idóneos: Jonathan Rodríguez, de probada capacidad goleadora –justo el renglón que dolió a la Máquina, con un escaso gol entre las dos semifinales y las dos finales– y un Orbelín Pineda que continuará mexicanizando un plantel que tendía de lleno a lo extranjero, además con gran margen de mejora.

Mucho mérito renovar la ilusión a tan pocas horas de tamaño desplome. ¿Qué habría pasado si los cementeros se coronaran en esa final? Que hoy su lucha sería por la serenidad. ¿Qué acontece en este caso y tras el pánico colectivo exhibido el domingo en el Azteca? Que la autocrítica no podía posponerse.

Cuesta entenderlo, pero hoy Cruz Azul está más cerca del trofeo de liga que un semestre atrás. Entonces no se sabía como podía funcionar el binomio Caixinha-Peláez. Hoy sí…, y más con la actitud compartida todavía heridos por la caída.

Twitter/albertolati

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