Foto: Reuters Theresa May reconoció ante el Parlamento que, de haberse llevado a cabo, su acuerdo “habría sido rechazado por un margen significativo”  

Tras aplazar la votación decisiva para el Brexit, la primera ministra Theresa May reconoció ante el Parlamento que, de haberse llevado a cabo, su acuerdo “habría sido rechazado por un margen significativo”. Si bien no se ha fijado una nueva fecha, una portavoz declaró que será antes del 21 de enero. Ante la incertidumbre, la libra cayó a su nivel más bajo en 20 meses.

La primera ministra reculó ya que, en los últimos días, no encontró nuevos votos entre los partidos Unionista Democrático de Irlanda del Norte (aliados con quienes sostiene su gobierno), Nacional Escocés, Liberal Democrático, pero tampoco entre los cerca de 90 conservadores “rebeldes” que en su mayoría, o son proBrexit y ven tibieza, o son proUE. Por su parte, el laborista Jeremy Corbyn reiteró que si May no es capaz de negociar mejores términos, “debería dar paso a quienes sí pueden”.

El punto principal que detiene el Brexit de May sigue siendo la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Hay consenso en que una frontera física es indeseable por los conflictos étnico-nacionalistas entre los sesentas y noventas.

El Brexit de May logra evitarla, pero vía una concesión inaceptable para muchos: si tras 21 meses de transición (29 de marzo, 2019 – 31 de diciembre, 2020) no se pacta la relación a largo plazo entre el Reino Unido y la UE, Irlanda del Norte (por tener la única frontera terrestre con la UE) quedaría en un régimen especial con más lazos comerciales con Bruselas que Inglaterra, Escocia y Gales. En este escenario, el norte necesitaría algún tipo de control aduanal con el resto del Reino Unido.

Con respecto a un segundo referéndum, el aplazamiento de May revitalizó sus posibilidades. Sin embargo, para llevarlo a cabo, el gobierno tendría que proponer legislación en ese sentido y esta tendría que ser aprobada por mayoría en la Cámara de Comunes. Además, fuentes del gobierno han dicho que, en un caso así, se necesitarían al menos 22 semanas (5 meses y medio) para organizar la votación bajo una nueva ley.

Por otro lado, el riesgo de que May sea removida por sus compañeros de partido es aún cuestionable: se necesitan 48 cartas de “no confianza” firmadas por parlamentarios conservadores para detonar la elección interna de un nuevo líder, y solo 26 han expresado públicamente que ya las han firmado. Sin embargo, esto podría cambiar en cualquier momento si hubiese menos división entre la facción “rebelde”. Más probable sería una moción de “no confianza” promovida desde la oposición, que en cuyo caso, requeriría de una mayoría simple en la Cámara de Comunes para removerla del cargo.

A estas opciones se suma la de parar el Brexit por completo. Según la última resolución del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Reino Unido tiene la capacidad, hasta el último minuto del 29 de marzo de 2019, de frenar unilateralmente el Brexit. Pero ello implicaría desacatar el referéndum de 2016, situación que la propia May sigue rechazando.

Xavier Rodríguez

LEG