Una pelota de béisbol puede ser usada para jugar e intentar un jonrón, hacer malabarismos o estrellarle la ventana al vecino. La misma herramienta puede servir para bien o para mal, así como el fuero. Sin adentrarnos en los orígenes del concepto, que se relacionan con el valor de la palabra empeñada, el fuero ha sido utilizado para defender ideas o para lograr inmunidad, confundida con impunidad. Para quien tiene fuero (legisladores, gobernantes y funcionarios de alto rango), la autoridad competente no puede detenerlos ni someterlos a un proceso penal por la posible comisión de algún delito. Su objetivo inicial fue dotar de independencia y libertad a servidores públicos en el ejercicio de sus encargos por sus votos, opiniones y acciones; pero quitar el fuero amenaza que funcionarios inocentes contrarios a poderes fáctico, puedan ser acusados y sometidos a proceso iniciando persecuciones judiciales, arrestos o detenciones en razón de posiciones y decisiones que incomoden a personas con alto poder económico o político. La reforma al artículo 111 abre la puerta a que los servidores públicos ya puedan ser imputados penalmente.

Las discusiones en contra y a favor me remiten a la psique y moralidad del mexicano que describió magistralmente Octavio Paz en El laberinto de la soledad; obra que nació viviendo en París, ángulo que le permitió verlo desde el exterior. Las discusiones que se dan nos muestran enfoques de entrada y conclusiones de salida con caminos estrechos que se entrecruzan dialécticamente y se disponen de manera tal, que es difícil orientarse a una posición de convergencia; de todas maneras ganará la posición, como de costumbre, que más votos obtenga; no la mejor argumentada.

Pareciera que nos dividimos en fuertes y débiles; los fuertes gozan el día de hoy de fuero y protección, mientras que los débiles se enfrentan a la violencia cotidiana.

El fuero no puede ser visto como libertinaje sin consecuencias. Nuestra idiosincrasia debe evolucionar y, como lo visualizó Platón hace 2400 años, escoger a filósofos para gobernar. ¿Quiénes eran los filósofos para él? Personas sabias, que aman la verdad y son incorruptibles, ya que su naturaleza permanece en la contemplación y defensa de las ideas; éstos son los principios éticos y estéticos atemporales. Y seguramente los más aptos para participar en la redacción de una Constitución Moral. La idea de incorruptibilidad nos puede parecer imposible de alcanzar, pero tomar conciencia de la necesidad del cambio de nuestro comportamiento es impostergable. La corrupción no somos todos, ni es cultural ni está en nuestro ADN; es un comportamiento que se ha permitido, pero que la cuarta transformación piensa erradicar.

Nuestra jefa de Gobierno electa en la Ciudad de México, la doctora Claudia Sheinbaum, anunció el canje de fotomultas por fotos cívicas y las multas económicas en sistema de puntos, que se irán descontando con posibilidad de trabajo comunitario en pago. Aplaudo su iniciativa, y ya imagino un ejército de ciudadanos barriendo, limpiando y pintando calles, banquetas y paredes. No existe el fuero en las faltas de tránsito.

La democracia abrió la posibilidad a todo ciudadano de tener un puesto de elección popular, pero debemos cuidar que el prospecto no sólo esté preparado para el uso de una tribuna, sino que no esté buscando evadir la justicia cubierto del manto del fuero. Este próximo sexenio, el presidente AMLO necesitará mucho más que levantar dedos; necesitará mujeres y hombres capaces de defender sus propuestas legislativas desde las máximas tribunas del país: nuestras Cámaras alta y baja.

Hay personas que han buscado altos cargos políticos para tener fuero y escapar al golpe del mallete de la autoridad judicial, lo que ha convertido a dichos cargos en un refugio de delincuentes perseguidos por la ley, y aunque existe la declaración de procedencia (desafuero), el proceso puede dilatarse para dictarse cuando haya prescrito la acción penal, esto es, se haya extinguido la responsabilidad penal por el simple transcurso del tiempo.
Durante el último siglo, apenas una decena de servidores públicos han sido desaforados, y no todos han terminado declarados culpables. En México ya se ha eliminado el fuero en 16 de las 32 entidades federativas. Eliminando el fuero puede ser la mejor manera de combatir la corrupción. Caminemos derecho por la izquierda y metamos un jonrón este próximo sexenio.