La tensión se puso al rojo vivo. Siempre ha habido ligeras fricciones entre el actual Presidente francés y su homólogo estadounidense, pero lo que vivimos ahora no tiene precedentes en la historia de las relaciones diplomáticas entre París y Washington, al menos desde 2003, cuando Francia se opuso frontalmente a la intervención militar de Estados Unidos en Irak (dirigida por George W. Bush), desencadenando una virulenta oleada de sentimiento antifrancés en el territorio estadounidense.

No habían transcurrido ni 48 horas desde su participación bajo el Arco del Triunfo de París en una solemne ceremonia -con otros 71 Jefes de Estado y de Gobierno- para conmemorar el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, cuando Donald Trump disparó una salva de tuits particularmente ponzoñosos contra el mandatario galo.

La ofensiva se interpreta como una respuesta muy al estilo Trump a la sugerencia de Macron de crear un Ejército europeo “para protegerse de Estados Unidos, China y Rusia” por la retirada de Washington de un acuerdo de no proliferación nuclear con Moscú. La idea fue presentada por el mandatario galo sólo dos días antes del arribo de sus invitados de peso, el inquilino de la Casa Blanca y el hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin. No se vio muy fino Macron con esas declaraciones, pero nadie se esperaba una riposta tan desproporcionada.

Los “misiles” verbales, cinco en un solo día, golpearon con fuerza: preguntó Trump qué tal le fue a Francia con Alemania en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. “Estaban empezando a aprender alemán en París antes de que llegara Estados Unidos”.

El ataque, siempre en forma de tuit, continuó así: “El problema es que Emmanuel sufre de un nivel muy bajo de popularidad, 26%, y un desempleo de casi 10%”. No es falso, pero duele.

Más adelante volvió a la carga, esta vez respondiendo a la frase de Macron -“El patriotismo es justo lo contrario del nacionalismo”-, utilizando las siguientes palabras: “No hay un país más nacionalista que Francia, gente muy orgullosa, ¡y con razón! ¡Hagamos a Francia grande otra vez!”, añadió con sarcasmo, Trump.

Y ya para rematar lanzó que “Francia hace un vino excelente, pero también lo hace EU. El problema es que Francia le pone obstáculos a EU a la hora de vender su vino dentro del país e impone grandes aranceles, mientras que EU facilita la venta del vino francés y carga pequeños aranceles. No es justo, eso debe cambiar”.

Con insultos, amenazas y burlas se dirige Washington a su aliado clave, Francia. Si así se llevan los amigos estratégicos a nivel mundial, no quiero ni imaginarme cómo han de comportarse entre sí los enemigos.