Foto: Especial "Yo espero que la autoridad electoral ponga criterios más estrictos, porque hoy a lo único que estás obligado es a dar tu base de datos, pero nadie la revisa"  

Hace varios meses que están de moda, las encontramos en los diarios, en internet, en la televisión. Repetimos sus resultados, los analizamos, discutimos, se trata de las encuestas.

Y es que desde 1936, año en el que George Gallup predijo el triunfo de Roosvelt, estos estudios han movido el ritmo de la política alrededor del mundo. Ya no se trata solamente de “predecir” quien será el triunfador, son utilizados como un poderoso instrumento de estrategia, dado el panorama certero dan a conocer sobre los aspectos que resultan sensibles e importantes para el electorado.

Este año, México se convirtió en el reino de las estadísticas, los estudios surgían a diario de miles de fuentes diversas, los medios de comunicación, los partidos políticos, universidades, etcétera, etcétera. Pero entre todo este maremagnum de información, hubieron quienes salieron muy raspadas: las encuestadoras.

Heidi Osuna, directora general de Enkoll, empresa de investigación especializada en estudios cuantitativos y cualitativos, nos comenta el difícil panorama que se vivió: “En este periodo electoral, nos dimos cuenta que muchas encuestadoras tienen problemas de ética, nosotros fuimos parte de la censura, porque a todas las empresas que dábamos un lejano segundo lugar y  tercer lugar en la presidencial nos descalificaban otras encuestadoras patito que surgieron, a las que yo llamo fake polls porque se dedicaron a hacer propaganda política, y las encuestas sirven para hacer estrategia, para decirle al candidato o a la marca qué es lo que la gente piensa, no para hacer publicidad y decir que un candidato va arriba cuando no es así.

Toda la campaña electoral vimos que había estudios y desplegados pagados en varios medios donde se mencionaba que había un cercano segundo lugar a Andrés López Obrador, cuando nosotros en Enkoll teníamos mediciones en las que todo el tiempo estuvo más de 20 puntos arriba, era imposible creer esos números. Nos costaba que los medios de comunicación publicaran nuestro trabajo, sufrimos muchas descalificaciones, pero la elección demostró que no nos equivocamos, que hicimos bien el trabajo, y que la gente quería votar así.”

Investigadora desde niña

Sin embargo, esta guerra sucia no ha desalentado a Heidi, quien empezó su carrera, a los 15 años en el mundo de las encuestas, de los estudios de mercado pues su familia, los Berumen, se ha dedicado a ello por años. Es por esto que desde niña, siempre  siempre conoció  la utilidad, la relevancia que tiene este tipo de estudios para la vida de las personas, para el ámbito social o político, y cuando le tocó elegir, optó por el segundo, por lo que decidió estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Iberoamericana, al tiempo que trabajaba en el congreso de la Unión, siempre vinculada al tema de encuestas.

“Empecé haciendo encuestas, codificando, haciendo talacha, ya luego aprendiendo a hacer reportes, diseñando muestra. Era muy interesante ver lo que la gente opinaba, a veces totalmente distinto a lo que yo pensaba. Tuve la fortuna de formarme con el Doctor de las encuestas, Edmundo Berumen, y tomé muchas cosas de él para poder formar la empresa, aprendí de él la ética y el amor al trabajo, a los estudios de opinión, y creo que lo hemos llevado muy bien en Enkoll”, lo que es cierto, pues la empresa acaba de recibir el premio Reed Latino como la Mejor Casa Encuestadora de 2018.

Los resultados hablan

Pero además de las encuestadoras, hubimos otros que nos vimos afectados entre el ir y venir de los números, que entre y otro reporte despertaban nuestras suspicacias, que si la muestra era pequeña, que no es representativa, que no se preguntó lo debido, dudas y cuestionamientos que se han visto acrecentados por la consulta del Aeropuerto de Texcoco.

“Lo más importante es qué se quiere medir. Si vas a hacer un tema electoral, pues debes de hacer un muestreo sobre el padrón electoral, las muestras la realizan un equipo de matemáticos y actuarios que determinan, según lo que se desea conocer, dónde preguntar, a quienes y cuántos.

“Toda la gente dice que por qué para una intención de voto, con 1,000 o 1,200 entrevistas tienes una muestra completa y para la Ciudad de México con 800 puedes tener un buen estudio, y afirman, pero si a mí nunca me han preguntado, no es posible, son falsas”, y hace la similitud: “cuando estás cocinando no te tienes que comer toda la sopa para saber si está buena, lo que haces es revolverla bien, sacas una cucharada y la pruebas. Así es una muestra, si no la revuelves bien, a lo mejor solo tomas de la parte de arriba y solo probarás la grasa, y no sabes cómo está el pollo y la verdura y no te darás cuenta de si le falta sal. Es lo mismo en las encuestas.”

Pero en un estudio no sólo la muestra es importante, el cuestionario también es fundamental: “Esto lo vimos en la consulta, lo primero es que era una pregunta sesgada, porque solamente había ventajas para Santa Lucía, y desventajas para Texcoco, hasta las ventajas y desventajas que venían al reverso de la boleta, estaban cargados a un lugar. Los colores de la boleta lo mismo.”

Lo que la gente quiere

En las pasadas elecciones, Enkoll realizó trabajos para varios clientes, lo que dio como resultado una gran cantidad de información de los gustos y preferencias de los electores, así como de lo que los mexicanos esperan del nuevo gobierno. “Lo que pidieron principalmente era honestidad y que se pareciera a ellos, que se vistiera como ellos, que fuera cercano a la gente, que conociera sus problemas. Otra característica interesante es que no fuera joven, siempre pedían que tuviera experiencia, que supiera.

“La gente busca una figura como la de un profesor, que les hablara en su idioma, que tuviera esos rasgos, que les explicara.

“Uno de los temas que resultó recurrente en todos los estudios fue la seguridad, y no solamente la que tiene que ver con el narcotráfico, sino la de robo a casa habitación, en transporte público; en ciertos lugares feminicidios, que curiosamente no eran los que tienen mayores índices, sino los que mediáticamente tuvieron casos muy sonados, donde por percepción sentían que eran los más altos.

“Una de las acciones que tenían más rechazo era a las cámaras de vigilancia y todos los candidatos la proponían. Decían, ‘que me graben, pero no me van a resolver el problema’, se sienten vigilados, sobre todo los jóvenes, no quieren que los vean, Tienen miedo a que el político y la policía los controle. La gente quiere cosas más básicas como alumbrado público, decían ‘para qué quiero cámaras si no hay luz’.”

Pero en este esquema de preferencias, hay algo que la gente definitivamente no quiere: la corrupción, a la gente déspota, ostentosa, que se vea que viste caro, o que sea joven.

Prueba de confianza

En Enkoll, acaban de lanzar un nuevo producto al que denominaron “Amlometro”, y que tendrá como objetivo el conocer la percepción de la gente sobre el presidente y las decisiones o acciones que tome. En el primer ejercicio, presentado hace dos semanas, Andrés Manuel López Obrador contó con una aprobación de 75%, “esto significa que tiene un capital político enorme, que tiene que aprovechar, además la gente tiene grandes expectativas del nuevo gobierno, cuando preguntamos si cree que la situación del país va a empeorar o a mejorar, menos del 10% consideró que iba a empeorar, hay una gran confianza hacia este nuevo gobierno”.

Finalmente, Heidi Osuna, expone lo que considera necesario para un mejor ‘ambiente’ informativo: “Yo espero que la autoridad electoral ponga criterios más estrictos, porque hoy a lo único que estás obligado es a dar tu base de datos, pero nadie la revisa.

“También es tarea de los medios de comunicación publicar estudios serios, tener mucho más acercamiento con la AMAI (Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado), así como de los candidatos no caer en la tentación de hacer encuestas a modo”.

LEG