Así como Hugo Chávez veía pajaritos, Nicolás Maduro ve zombis en forma de corriente populista. Por eso se lo dijo a Evo Morales y copió un modelo parecido al surrealismo más onírico. Ambos lo emularon de los hermanos Castro como en el Despotismo Ilustrado con su aforismo “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. La única diferencia es que de aquella corriente ideológica del siglo XVIII surgirían los enciclopedistas, Hobbes, Montesquieu, Voltaire o Rousseau; en fin, un racimo de intelectuales que sentaron las bases del pensamiento moderno actual. El populismo, sin embargo, deja personajes tan distintos como los caciques latinoamericanos de finales del siglo XX. La diferencia es radical.

En Europa, el movimiento Syriza en Grecia con el presidente Alexis Tsipras sentó las bases del populismo que recorrería y recorrerá el Viejo Continente de punta a punta.

El populismo es un movimiento tan rancio como permeable. Si no, que se lo digan a la España del socialista Pedro Sánchez. Este político, cuyo único fin era llegar al poder y quedarse en él a toda costa, no se mueve de la silla de mandar. Para ello ha preferido el rompimiento de España a favor de catalanes y vascos. Sin embargo, sus medidas populistas son muy efectivas de cara a conseguir más votos.

En un gesto marcadamente populista, Gran Bretaña realizó una consulta para ver si se salían de la Unión Europea. Los británicos se metieron en un jardín del que difícilmente podrán salir. Esa sentencia populista lo fue no solamente para Gran Bretaña, sino para toda Europa que tendrá que asumir su parte de responsabilidad.

En Francia, Marie Le Pen y su Frente Nacional suponen el mayor peligro para el resto de Europa. Francia es Francia, y un Gobierno populista significaría un efecto dominó para el resto de los países europeos.

En una reciente encuesta, el partido de Marine Le Pen obtenía más votos que el del actual Presidente, Emmanuel Macron, de cara a las elecciones al Parlamento Europeo. Ha sido un jarro de agua fría, un aviso a navegantes de cara a los próximos comicios en Francia que se celebrarán en 2022.
Hungría y Polonia son los dos países del Este europeo donde los populismos se encuentran más enraizados. En Holanda, Austria, algunos países escandinavos y cierto lander alemán, el populismo tampoco disgusta. Ahora que la canciller alemana, Angela Merkel, deja la política, ese muro de contención que ella representaba puede quedar quebrado de cara a los populismos.

Al ritmo al que vamos, esa ansia populista podría recorrer el planeta como ya lo hizo en la Primera Guerra Mundial, y terminó como terminó.