¿Cuándo fue la última vez que viste un programa de televisión o alguna película en la que latinos, asiáticos o europeos fueran los salvadores del mundo, y los gringos los terroristas desalmados?

En cambio, cuántos programas, series, películas en las que los Estados Unidos y sus habitantes siempre son retratados como poderosos, fuertes, buenos, como un país al que se invita a pertenecer, tan, pero tan grande, que hasta que en su gentilicio, se adueñan del continente, ellos son americanos, no estadounidenses; son norteamericanos, sin tomar en cuenta que también lo somos los mexicanos y los canadienses.

Ahora analicemos a México. ¿Nos hemos visto alguna vez como salvadores del mundo? No es de risa, al contrario, las series, los programas en su mayoría retratan una realidad en la que los narcos, los secuestradores, los digamos “malos”,son nuestra identidad. Hoy resulta que esos son los que reinan, lo que damos a conocer, lo que mostramos.

Hace muchos años se retrata esta realidad en los distintos medios, sin embargo ahora el discurso se ha vuelto todavía más distante.

Hoy todos los días escuchamos hablar de “fifís”, de “riquillos”, de “gente con dinero”, de que “ser austeros”, tener menos, ganar menos, no aspirar a más, no tener más, como si tener un peso fuera pecado. Mientras que Trump grita a diario: “Regresemos a ser grandes, busquemos la grandeza”. Una diferencia brutal.

Estoy de acuerdo que nuestras diferencias son brutales, pero también creo que deberíamos aspirar a ser grandes: ¿por qué en lugar de que nuestros billetes de 500 se parezcan a los de 20, no buscamos que los de 20 se parezcan a los de mil? ¿Por qué no aspirar a que ganar más en lugar de reducirnos los sueldos? No pido mucho, solo que cambiemos de chip, y buscar, sí, al estilo Trump, en el discurso, la grandeza que tenemos y que mercemos.

LEG