Uno de cada cuatro españoles tendrá más de 65 años en 2033. Los nacimientos seguirán estancándose. A partir de 2023 habrá algunos nacimientos más gracias a la inmigración proveniente de América Latina, Norte de África y Europa del Este, fundamentalmente.

En el resto de Europa ocurrirá algo muy parecido. La población continuará envejeciendo y los nacimientos seguirán siendo muy escasos.

También en 2033 la esperanza de vida en España será de 82.9 años para los hombres y 87.7 para las mujeres, es decir, 2.5 y 1.9 más que ahora. La buena alimentación, la dieta mediterránea y la tecnología aplicada a la medicina preventiva harán que seamos más longevos.

Pero así como tenderemos a que nuestras vidas se alarguen, también estaremos abocados a la soledad. Si se mantiene la tendencia actual, el número de hogares crecerá en casi 1.8 millones en los próximos años. De los 20.3 millones de hogares, en 2033, según las proyecciones, 28.9 del total serán unipersonales, es decir, dentro de 15 años casi una de cada tres personas vivirá sola.

Más allá de los números sin vida que son las cifras, lo cierto es que muchos morirán de soledad. Soledad, esa maldita palabra que encierra un ruido sordo e imperceptible.

No hace falta morir para morir en vida. La soledad es la morfina que ayuda a la muerte.

Nos pasamos la vida viviendo para trabajar. El tiempo se nos va, se nos resbala sin que podamos dar marcha atrás, sin poder ponerle un freno. La Tierra continúa girando sin detenerse mientras pasan los días, los meses, los años; uno tras otro, tras otro, tras otro, como si fuera la sentencia previa a la ejecución.

Y después de todo eso, de haber regalado nuestra vida a una causa, de haber dejado noches en vigilia sin descanso, de sacrificarse para intentar tener una vida mejor; después de esas desmañanadas que se confunden con los días y con las noches para volver a vivir el momento de no descansar; después del esfuerzo que supone carecer de tiempo para uno porque pensamos que ya lo disfrutaremos; después de todo eso se acerca el ocaso de nuestra vida sin pedir permiso para entrar, y acechar y poseer esa pequeña parte de vida que aún nos queda. Entonces aparece la soledad, una muerte en vida que es silenciosa, pero que penetra por los poros de la piel para instalarse en el resto del cuerpo, especialmente en la mente, que es su víctima principal.

Por eso, después de ver cómo pasa la vida, cómo nos vamos quedando solos, es el momento de disfrutar, de comprender la felicidad del instante por muy corto que sea.

España, Europa, el mundo se hace más longevo y necesitamos combatir con la idea de libar hasta la última gota.