Mis queridos lectores, aunque el título de esta columna pueda parecerles sacado de alguna película del Santo, lo que hoy les comparto es una anécdota que tuve con alguien con quien platiqué y que, les aseguro, está lejos de situarse en el plano de la ficción… A mediados de la campaña por la Presidencia de la República, este personaje muy cercano al ahora Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador –de ésos que andaban coordinando las circunscripciones y que hoy se sienten más exquisitos que un platillo de rata panteonera en escabeche (con perdón de las ratas), me contó algo singular: “Mira, Duende, el asunto es que AMLO no sólo quiere darles una vapuleada a los partidos en la elección, sino que ya una vez en la lona, va a aplicarles un correctivo pedagógico para que no se levanten por lo menos en lo que dure su administración”.

Como es ya de dominio público, López Obrador ganó la grande con más de 50% de los votos, y a su partido -Morena- las demás fuerzas políticas ¡se la Pérez Prado con todo y orquesta! Ja, ja, ja. Les dio una repasada y se convirtió en la primera fuerza política no sólo en el Congreso nacional –Cámara de Diputados y Senado, donde el partido es una aplanadora–, sino también en la mayoría de los que se renovaron en los diferentes estados de la República. En pocas palabras, ¡todavía se dio el lujo de dejarles cambio para el taxi en el cenicero! -el que entendió, entendió.

Pero lo relevante que me contó aquella vez esa garganta profunda de cuyo nombre no debo acordarme porque se me enojan en la Cancillería, es que el tabasqueño tenía planeada una jugada de dos bandas al implementar uno de los programas que serán los que abanderen su administración, el de Jóvenes construyendo el futuro.

Por un lado, lo que el ex jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal busca es, en efecto, atender el rezago en el que se encuentran dos millones 600 mil mexicanos pertenecientes a este sector de la población, otorgando apoyos como becas para estudios y capacitación para el trabajo.

Peeero, por otro lado…
“Con esto se los quiere arrebatar al crimen organizado y sobre todo a los partidos políticos, especialmente al PRI y al PAN en el bajío y en el norte del país”, me confió. ¡Toma, tomate! ¿O sea que López Obrador pretende algo así como lo que hizo con los adultos mayores en el DF?, le pregunté a este personaje; y me contestó con una risita maldosa de ésas que ustedes le echan a su pareja cuando algo quieren, y no es dinero.

Es bien sabido que si alguien ha sido leal al tabasqueño desde su época al frente de la administración capitalina son los adultos mayores, y esto se debe al programa mediante el cual se les otorgó una pensión por primera vez sin necesidad de haber sido trabajadores inscritos al IMSS o al ISSSTE. Con este resultado, lo que ahora pretende es crear una base social similar de futuros votantes, nutrida de los jóvenes mexicanos.

Por eso es que Jóvenes construyendo el futuro es uno de los proyectos que más le urge echar a andar al próximo Prejidente, sobre todo con eso de que a mitad del sexenio se va a someter a la revocación del mandato, y está claro que no quiere sorpresas. Si esta jugada le sale, los demás partidos políticos verían totalmente mermado el bufet de votos jóvenes del que se sirven en cada elección.

EN EL BAÚL: se ha cumplido casi un mes de que AMLO regresó a la plaza pública para su gira de agradecimiento, y con esto también el estreno de la llamada “Ayudantía”, conformada por 10 mujeres y 10 hombres que lo cuidan en sus recorridos por el país. Quienes siguen al próximo Presidente me cuentan que a este cuerpo se le ha rebautizado como la “Estorbantía”, y es que más allá de agilizar y resguardar su integridad, en ocasiones la falta de coordinación hace que lo apachurren de más, y en varias ocasiones se han llevado una dura llamada de atención por parte del propio López Obrador.

Mi consejo para ellos sería: está bien que se cuelguen, pero no se columpien.

¡¡¡Regresarééé!!!