Rochín del Rincón aseguró que el país tiene una deuda histórica con las víctimas mortales del 68 y con los sobrevivientes, que de no saldarse continuará pasando factura en los libros de historia y en el futuro como nación  

A 50 años de la masacre del 2 de octubre no debe haber perdón no olvido, afirmó Jaime Rochín del Rincón, titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), quien agregó que la Plaza de las Tres Culturas ha quedado marcada en la historia de México como un lugar trágico y manchado de sangre inocente.

“Nos reunimos para recordar a quienes dieron las órdenes, para que no se pierdan en el laberinto del pasado, para que su responsabilidad sea señalada siempre con todo el peso de la historia. Nos reunimos para evocar, para no olvidar. Porque hoy, como hace 50 años, no debe haber perdón y ni olvidó”, expresó.

Al inaugurar el Monumento a la Ausencia, en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, ante la presencia del rector de la Universidad Nacional Autonóma de México (UNAM), Enrique Graue; el jefe de gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva; el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez, así como integrantes del movimiento del 68.

Rochín del Rincón aseguró que el país tiene una deuda histórica con las víctimas mortales del 68 y con los sobrevivientes, que de no saldarse continuará pasando factura en los libros de historia y en el futuro como nación.

Por su parte, Severiano Sánchez, a nombre de los sobrevivientes del movimiento estudiantil del 68, recordó los sucesos en la Plaza de Tlatelolco y pidió justicia: “No hay perdón y no olvidamos. No queremos dinero, ni disculpas ni monumentos. Queremos justicia”.

Además, celebró que los movimientos estudiantiles actuales sigan inspirándose en el 68 como uno de sus referentes, mientras que los otros supervivientes que asistieron al acto corearon: “!Dos de octubre, no se olvida¡”.

El Monumento a la ausencia fue creado por la artista israelí Yael Bartana y está ubicado en la explanada principal del Centro Cultural Tlatelolco; representa 400 huellas de zapatos, para simbolizar los pasos de aquellos estudiantes que fallecieron durante el ataque de soldados y paramilitares la tarde-noche del 2 de octubre de 1968.

La inauguración de este monumento se une también a la de la plataforma “M68, Ciudadanía en Movimiento”, el cual contiene archivos inéditos del censo de heridos, detenidos, desaparecidos y fallecidos durante al movimiento estudiantil, con el cual se pretende poner luz a la opacidad informativa que se dio en 1968.