Foto: Especial En esta secuela, el sinsentido de esta casualidad de eventos, tejida con esa intención, será cubierto con las bromas y efectos especiales para simpatizar y sorprender al espectador  

Los alienígenas toman la tierra de nuevo, con la acción propia de esta franquicia iniciada en 1987 con Arnold Schwarzenegger, y que ahora despunta con humor y chistes en El Depredador, que llega a los cines para entretener y divertir, la cual se podrá apreciar también en pantallas IMAX.

Escrita y dirigida por Shane Black, esta secuela presenta a unos cazadores más inteligentes y mortales que nunca, que se mejoraron con ADN de otras especies y vienen decididos a tomar los genes de los humanos. Un niño superdotado con problemas para relacionarse, un grupo de ex soldados y una profesora de ciencias, serán el arma frente a estos monstruos que se multiplican.

El niño, consciente de cómo lo ven sus demás compañeros y seguro de que una máscara no cambiará nada para el Hallowen que se acerca, tendrá en lo que parecía una máquina de videojuegos, el disfraz perfecto que lo hará desaparecer, pero también detonar la cacería de los depredadores en su comunidad.

Este hecho lo conectará con uno de los mejores francotiradores del ejército, quien tras encontrarse con uno de los depredadores durante una misión, será considerado dentro del grupo de ex convictos con trastornos de estrés postraumático.

En esta secuela, el sinsentido de esta casualidad de eventos, tejida con esa intención, será cubierto con las bromas y efectos especiales para simpatizar y sorprender al espectador. A través del humor negro y absurdo, surgen chistes sobre el propio absurdo del título de la película para lo que en verdad son cazadores, así como una disputa cómplice sobre el síndrome de Tourette.

De igual forma, la sangre brota y las tripas de los alienígenas explotan, en lo que parece una especie de baba, de color verde azul y textura pegajosa, que poco alivianará cuando los seres de otro planeta aterrizan de nuevo, ahora con naves de por medio y lo que parecen sus mascotas.

Cuando da la sensación de que ya no hay alienígenas, sólo será una insinuación y el pretexto para lo que, de conquistar a los humanos, se mueve con un guiño hacia sus orígenes, la ciencia ficción de la década de los 80, en una latente continuación de invasiones y bromas del más allá.

LEG