FOTO: CUARTOSCURO/ARCHIVO En este sentido, destaca cómo entre las páginas se percibe un concepto que está "muy de moda", por el contexto de violencia en el país, la "resiliencia"  

La corrupción y la negligencia acabaron siendo los protagonistas involuntarios de 19 Edificios como 19 heridas“, un libro creado con las historias de los inmuebles derrumbados por el terremoto del 19 de septiembre de 2017 en las que también se ve otro ingrediente fundamental: la resiliencia.

El periodista Alejandro Sánchez, coordinador del volumen, explica en una entrevista con Efe que inicialmente no pensaba que la corrupción fuera a ser el eje que vertebrara las 19 historias, escritas por periodistas que cubrieron la tragedia como Laura Toribio, Peniley Ramírez o Paris Alejandro Salazar.

Sin embargo, “en la mayoría de los casos” los periodistas fueron descubriendo “la incompetencia de la autoridad” y casos de negligencia en los que los poderes “no hicieron su trabajo”, indica.

El libro, entre otros casos, cuenta que un dictamen de un director responsable de obra (DRO) estableció que las instalaciones del TEC de Monterrey en la capital eran seguras, poco antes de que el temblor de magnitud 7.1 derrumbara parte de ellas, acabando con la vida de cinco personas.

Asimismo, proliferan los casos de edificios en los que se construyeron más alturas que lo autorizado, como en el colegio Rébsamen, en el que murieron 19 niños.

A la hora de coordinar las historias, para las cuales los periodistas regresaron al lugar de la tragedia casi un año después, Sánchez tenía en mente hacer un “libro muy humano”, que fuera más allá de los datos duros y la documentación.

En este sentido, destaca cómo entre las páginas se percibe un concepto que está “muy de moda”, por el contexto de violencia en el país, la “resiliencia“.

“Lo definen como el momento en que cuando sufres una pena, una tragedia, la muerte de un ser querido, cómo lo procesa el ser humano”, señala el periodista, quien actualmente es columnista en el diario El Heraldo de México.

Pone como ejemplo a la madre de Juan Pablo, un joven que una vez había evacuado su edificio regresó para rescatar a su mascota y quedó atrapado por los escombros.

La madre del fallecido no se quedó “cruzada de brazos, sufriendo y enfrentando la pena, el duelo”, sino que abrió su propia investigación “para descubrir por qué ocurrió” el derrumbe, y por qué su inmueble se había caído y los aledaños no.

De cara a prevenir futuras tragedias, asevera el periodista, uno de los puntos en los que las autoridades tendrían que ponerse a trabajar lo constituyen los DRO.

Desde el terremoto, varios de ellos han sido detenidos por el delito de homicidio, aunque todavía no ha habido ninguna condena al respecto.

Estas personas, asegura, “no necesitan ser expertos en la materia; no tienen que ser ingenieros”, y en el libro los autores han documentado que tienen lazos con los jefes delegacionales (de distrito), “y ahí es donde se hace la trampa”.

Según Sánchez, en la ciudad hay un “cártel inmobiliario perverso” que se está apropiando de los espacios para levantar inmuebles con el fin de “ganar unos pesos a cambio de poner en riesgo tanto el medioambiente como la seguridad de las personas”.

“Los problemas están ahí, y las soluciones se tienen que hacer desde el Congreso local, para darle un nuevo matiz, una nueva alma, a todo lo que tenga que ver con los desarrolladores y la construcción en la Ciudad de México”, argumenta el periodista.

A diario por la ciudad pueden verse inmuebles en una situación de riesgo.

Es el caso de uno de los edificios ubicados en la Plaza Río de Janeiro, que sufrió daños en los terremotos de 1985 y 2017 que lo dejaron “desnivelado”. Sin embargo, ahora “no lo van a derrumbar” y seguramente, aventura Sánchez, en un tiempo sus departamentos volverán a ser rentados.

“Hoy mismo estaba viendo en un periódico una iglesia que está a punto de derrumbarse porque está la cúpula cortada por el sismo, y al lado hay una (escuela) primaria. ¿Qué esperamos? ¿Que se derrumbe para lamentarnos todos”, se pregunta el periodista.

 

TFA