Por Luis Manuel López

¿Quién perdió o quién ganó el campeonato mundial de Fórmula 1? Será uno de los temas más recurrentes en los próximos meses debido, principalmente, a que hace mucho tiempo no teníamos un campeón que ganara sin manejar el mejor auto de la parrilla.

Para poner en antecedentes, las últimas veces que ha ocurrido esta lógica fueron, primero, en la temporada 1994 cuando Michael Schumacher se impuso, a bordo de un Benetton casi de media tabla, al poderosísimo Williams de Damon Hill.
La otra fue durante la temporada 2008, cuando el auto más poderoso fue sin lugar a dudas el Ferrari que llevó a Felipe Massa a quedar apenas a unos metros de convertirse en monarca mundial.

Sin embargo ese año la historia quiso que en la definición fuera Lewis Hamilton el ganador del título, aún cuando fue sobre un McLaren que no reunía las prestaciones que a cambio sí gozaba Ferrari para ganar y hacer ganar el campeonato.

Pero eso es historia. Esta vez, 10 años más tarde estamos en un escenario si no idéntico, sí muy parecido, ya que para nadie es un secreto que Ferrari ha encontrado no solamente los componentes técnicos para brindarle a sus pilotos el monoplaza más capaz, sino que también ha conseguido mejorar notablemente en el trabajo de equipo, que se había convertido en su talón de Aquiles con fallas recurrentes en estrategia y hasta en las paradas de pits.

La paradoja de la temporada es que cuando Ferrari es el más capaz en todos los terrenos y ha podido ganarle a Mercedes en pistas donde los alemanes podrían parecer invencibles, los errores de su piloto más seguro los ponen contra la pared.

Vettel pierde en el marcador del Campeonato mundial gracias a muchos fallos inexplicables, claramente los choque de Alemania, Hungría y el de Monza, que en la colección anual serán piezas clave. Pero, ¿Qué tal la otra parte?

Para muchos Hamilton se ha concentrado solamente en aprovechar los momentos malos de su rival, sin estar exigido a fondo, pero lo cierto es que también ha tenido aciertos importantes pues ha tenido que ser agresivo y modular, auxiliado por el trabajo de equipo, para compensar la irregularidad del Mercedes W09.

El auto de la escudería alemana es consistentemente menos adaptable, menos rápido y menos eficiente que el SF71H de Ferrari, prueba de ello es el desempeño de Valteri Bottas contra un Raikkonen quien sólo por etapas sale de la modalidad ‘medio-gas’. Hamilton se ha encargado de hacerlo mejor.

Con todo esto no se trata de demeritar los esfuerzos y logros de Vettel en la temporada, e incluso antes donde poca gente le ha reconocido el gran trabajo que ha desempeñado como líder y desarrollador en una escudería de elevadísima burocracia, presión y que, pata colmo, ha sufrido la inesperada muerte de su máximo ejecutivo en los últimos tiempos.

Pero, independientemente de cómo continúe la Fórmula 1 en las siguientes fechas del calendario, la verdadera discusión entre los fanáticos vendrá avivándose carrera tras carrera. Los seguidores de Vettel y Ferrari tendrán que poner la cara muy dura y esperar que el milagro alemán se complete a base de carreras perfectas. Y los fanáticos de Hamilton tendrán que hacer lo propio para defender a un Lewis que hace el trabajo, aprovechando las oportunidades que se presentan.

El desafío inmediato: los juegos mentales. De ello hablaremos después de Singapur, una prueba mental definitoria para Vettel.

LEG