Cincuenta personas actuando como un comando criminal detuvieron este miércoles a seis unidades de transporte, las atravesaron en una carretera rumbo a la sierra en Guerrero y les prendieron fuego.

Continuaron su camino en el señalamiento de la frontera de impunidad en cuyos contornos interiores habitan los organismos delincuenciales en centenas de localidades aisladas de todo el país.

Habían disparado, antes del robo de los vehículos, al cuartel de la Policía Rural Municipal de Xochipala en el municipio de Eduardo Neri. Asesinaron ahí a un agente y dejaron heridos a seis. Otra familia se quedó sin un padre.

No ocurre predominante o únicamente en zonas aisladas.

Claramente existe una interconexión de esta metodología criminógena y la correspondiente táctica de coordinación de las fuerzas y operaciones delictivas que debe llamar seriamente la atención: no se han interrumpido y, por el contrario, parecen fortalecidos los puentes entre lo rural, lo semiurbano y lo urbano en la actuación de los grupos criminales.

En el desorden de seguridad municipal y estatal en que se encuentra también Jalisco, la situación continúa agravándose. Hace unas semanas, grupos delictivos grabaron y promovieron el video en el cual se ubica en los límites de Jalisco y Guanajuato a un convoy de más de 20 camionetas, que se trasladan sin obstáculos, con alrededor de 100 hombres armados.

Un convoy intocado

En Zapopan, uno de los municipios con mayor presencia negociada y tolerada del crimen organizado del país, de acuerdo a los reportes de las autoridades federales, el caso más reciente fue el de dos policías ajusticiados, aparentemente por una banda dedicada al robo de vehículos, a los que les marcaron el alto. Los delincuentes ya estaban sometidos cuando los policías recibieron sendos disparos en el cráneo de cómplices que arribaron a la escena.

Siete presuntos responsables han sido capturados. La cacería contra los uniformados ocurrió horas después del asesinato de otros cuatro policías, en Tonalá, dentro de su camioneta, asaltados por ambos lados sin poder abrir las portezuelas.

La suma de policías asesinados en la Zona Metropolitana de Guadalajara asciende a 49 elementos en lo que va de la actual administración, de los cuales seis prestaban sus servicios en Zapopan.

No permitamos a esta administración que concluye, en los diversos niveles de Gobierno, que traslade a la siguiente su propia responsabilidad y no ignoremos que el esfuerzo por la seguridad es comunitario y gigantesco.

El futuro secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, ha asegurado que la capacitación, la profesionalización policial, un nuevo instituto de seguridad social para los policías federales, la inclusión en la nueva secretaría de lo que se llamaría el Centro Nacional de Inteligencia, en sustitución del CISEN, dependiente ahora de la Secretaría de Gobernación, son acciones que podrían ayudar a terminar el desastre de (in)seguridad.

Especialmente lamentable es la tragedia vivida en el seno de algunas familias. Solamente en el caso de los dos elementos policiales asesinados en Zapopan quedan sin padre cinco hijos de mexicanos que se comprometieron hasta el fin con la protección de los otros. De todos nosotros.

@guerrerochipres