A un nuevo tiempo le corresponde una “hora cero de la República”, propone Porfirio Muñoz Ledo como presidente de la Cámara de Diputados.

No en todos los aspectos, no todos los personajes, no todas las trayectorias, no todas las propuestas. Sin embargo, claramente, sostenemos, sí es registrable la verosimilitud de la afirmación “hora cero” ante una enorme mayoría de expectativas alrededor de los nuevos símbolos de un proceso transicional de repercusiones extraordinarias.

El respaldo parlamentario del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, es de un mayor volumen y activismo que aquél que, valga esa comparación, fue construido y comprado por Carlos Salinas de Gortari en 1991. Tres años después del enorme avance de las fuerzas progresistas de aquel 1988, recordado y referido este sábado al instalarse la Cámara de Diputados y Senadores, Salinas consiguió recuperar la mayoría del PRI.

Salinas llegaba en 1988 con falta de legitimidad y minoría en la Cámara. Ocupó tres años en tomar todo el poder presidencial disponible en la época.

López Obrador, en enorme contraste, arriba al poder nacional con total legitimidad, respaldo popular mayor a 30 millones de votos, se rodea de los símbolos de la historia democrática y sus oposiciones carecen de razón y argumento a juzgar por las intervenciones tibias de los oradores adversarios de Morena.

Treinta años después, las fuerzas progresistas comienzan formal, institucional y operativamente la toma del poder nacional. Cincuenta años después de Tlatelolco, las izquierdas inician su ruta al Gobierno federal, incluso con algunos actores que antes estuvieron con el PRI, como el propio Muñoz Ledo, convertido en joven secretario de Estado por el presidente Luis Echeverría Álvarez en 1972.

Cuando Claudia Ruiz Massieu quiere criticar todo aquello que benefició al PRI: “A los que cambian de proyecto e ideologías tan pronto como el poder cambia de manos”, la andanada numera y conmemora apabullándola con la memoria de Ayotzinapa y dejándola con una sonrisa mueca que queda para la historia de las intervenciones condenadas.

Esta vez se trata de un partido que barre con otro hasta dejarlo en el tercer lugar y cuyas expresiones inerciales de fuerza política ahora parlamentaria, “colérica” diría Muñoz Ledo, dejan a los defensores de Enrique Peña Nieto con un ingrato sabor de boca.

Todos tienen derecho al menos a dos versiones, y para la prensa legítimamente divergente de Morena existe una evidencia en la sobrina de Carlos Salinas de Gortari de que la priista “no se arredra” ante los morenistas que a gritos recuerdan uno a uno los números que secuencian hasta el 43.

Otros comentan simplemente que “se queda como tonta” ante un escenario en que las oposiciones a Morena y sus aliados no logran conectar un solo argumento sólido y tampoco por supuesto presentar una fuerza creíble. No hablemos del lugar que ocupan en la opinión pública.

Con una astucia calculada, Emilio Álvarez Icaza, sabedor de que la plataforma del PAN y el PRD que le entregó la senaduría no le permitirá el crecimiento deseado en los siguientes seis años, pide la consideración de ser “senador independiente”.

Le responde Muñoz Ledo con la información del área jurídica y el comentario para colocarlo en el sitio que le impone su propia sapiencia y después de mencionar públicamente que lo ha buscado por teléfono y en diversos momentos. Le lanza sin miramientos “usted es un senador sin partido”. El PT, sin embargo, le concede negociadamente su tiempo.

A Dante Delgado, el ex gobernador priista de Veracruz, ex convicto, fundador y dueño de MC, con quien no han roto del todo todos los que dicen por su comportamiento haberlo hecho, lo callan gritando.

Morena apabulla y grita. Después de este inicio festivo, arrasado y furioso le toca al partido en el Gobierno convencer y vigilar la calidad, eficiencia e inclusión de todos los ciudadanos en su Gobierno.

Del entusiasmo de las suposiciones triunfantes a la serenidad y eficacia del oficio requerido para la consolidación del Estado. Es el trayecto tan pendiente como incipiente.
@guerrerochipres