Algo mágico, casi terapéutico, tiene el futbol a nivel de selecciones: es cuestión de abrir un cuatrienio para que en automático la fe se regenere.

La lista de convocados presentada este miércoles es, sin duda, interesante, con mesurados argumentos para el optimismo, con buenas perspectivas de futuro. Sin embargo, de ahí a ilusionarnos con que incluye a los veinte exorcistas que cambiarán en definitiva la historia de nuestro futbol y por inercia la de nuestra sociedad o el destino de nuestra nación, existe un largo, larguísimo, abismal trecho.

Igual se pensó tras la camada que fue a Atlanta 96 (Cuauhtémoc, Palencia, Pardo, Duilio, Oswaldo), igual se aseguró tras el título mundial sub-17 en Perú 2005 (Vela, Giovani, Moreno, Juárez), igual se quiso creer tras el oro en Londres 2012 (Herrera, Reyes, Jiménez, Fabián, Aquino, Araujo).

En los tres mencionados casos se gestaron muchísimos mundialistas y futuros referentes de nuestro futbol, que tuvieron la capacidad para mantener a nuestro Tri en más o menos el mismo sitio: no atrás (y eso tiene cierto mérito), tampoco adelante (eso tiene mucho lamento).

Es el momento de que la nueva generación levante la mano, aprenda del pasado y eleve el listón de nuestro representativo a otro nivel. Sin embargo, ni siquiera iniciará bajo la guía de quien los lleve a la Copa Oro 2019 (por no decir, de Qatar 2022). Es decir, será una concentración más adecuada para el convivio que para ganarse un lugar, con lo importante por venir apenas al inicio del año próximo, ya con seleccionador definitivo y el camino hacia un evento oficial.

¿Que si ilusiona ese plantel? Por supuesto. Arredondo, Lainez, Angulo, Guzmán, Jonathan González, Erick Gutiérrez, Rodolfo Pizarro, tienen una edad como para pensar que crecerán aún demasiado. ¿Cuánto? De lo que sean capaces, más allá de si se les halague mucho o poco en los medios, más allá de si atraen contratos publicitarios, más allá de si le caen mejor o peor al entrenador, más allá de si disponen de las circunstancias soñadas: si tienen argumentos para ser cracks, encontrarán forma de lograrlo.

Su espejo tiene que ser Hirving Lozano, máxima estrella actual de la liga holandesa, con una edad no muy diferente a la del resto.
Ni la euforia que se percibe, tan prematura como poco justificada, ni el pesimismo automático, por pensar que nuestro Tri está predestinado a caer en octavos de final: una nueva historia está en sus manos; si son capaces, se verá un indiscutible relevo; de lo contrario, se mantendrán intocables quienes por varios años lo han sido.
Twitter/albertolati

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