Una de las grandes discusiones que han llegado a implantarse en la Fórmula 1, y que será tema de discusiones fuertes después de la pausa de verano, son las calificaciones que otorgan los aficionados.

Por ejemplo, ayer aquí en Bélgica la votación unánime podría haber dictado con facilidad que Max Verstappen debió ganar abrumadoramente ese reconocimiento.

Yo podría haber coincidido después de ver al holandés, que, por cierto, es el gran imán de aficionados en Europa, ganar posiciones en las primeras vueltas como si estuviera manejando un cohete.

Pero no. La caprichosa voluntad popular, alejada de la emoción que contagian los anaranjados seguidores de Max en cada una de las pistas que pisan, es muy relativa.

El que ganó la carrera se llevó una vez más la distinción, fue Vettel con un Ferrari que -ahora sí- no dejó ni sombra de duda de que es el mejor auto en la actualidad de la Fórmula 1.

Pero no por eso Vettel pierde méritos. El mejor coche de la parrilla de salida exige que lo manejen bien, si hay fallas desde la información que entrega previamente a los ingenieros, hasta los intercambios de datos en plena carrera, el resultado va a ser pobre y malo.

En este caso fue al contrario porque tan malo el Mercedes no lo es, y menos cuando lo conduce Lewis Hamilton quien tiene capacidad como para hacer excelente un auto de comportamiento superior.

Lo que quiero decir, en pocas palabras, es que no siempre el piloto que gana las carreras es el mejor y viceversa. Amerita hacer un análisis.

Desde mi punto de vista, ayer en el Gran Premio de Bélgica hubo mucho más de un piloto capaz de ganarse la distinción. Los candidatos fueron desde Vettel con su triunfo, hasta Marcus Ericsson que rescató el último punto con un Sauber que no siempre es un prodigio de coche.

En esta lista deberíamos incluir a Checo Pérez, porque fue el piloto más inteligente ayer en la clasificación y maximizó sus oportunidades en este fin de semana para ganar puntos vitales para él y su equipo.

Pero también a Valteri Bottas, quien más allá de manejar un Mercedes decidió a su favor todos los duelos mano a mano que enfrentó, y, por favor, no caigamos en la nev¡cedad de que tiene un mejor auto que los demás.

Concedo que eso ayida y mucho, pero también, cuando uno falla, quita absolutamente todo, y no fue el caso con el piloto finlandés que cumplió con una gran carrera, productiva y espectacular.

O Max Verstappen, quien tuvo un arranque tremendo, y una efectividad del 200 por ciento en el primer tercio de carrera, tan agobiante que se dedicó a administrar el desgaste y pareció muy aburido el resto de la carrera. Pero, de que manejó… manejó.

De modo que por muy conocedores que seamos, en carreras como esta donde cuenta tanto la pista, como el auto que se maneja, las condiciones meteorológicas, etcétera, bien valdría la pena hacer que el público eligiera por categorías.
El piloto espectacular.

El productivo.

El efectivo.

Y para cada rubro tendríamos un vencedor diferente, elegido con mayor convencimiento. Pero, después de todo, es una opinión.