Hay que ser obsesivos para ser bailarines de ballet, dice a alumnos Isaac encanta en el Cenart

Isaac Hernández es hoy por hoy el mejor bailarín de ballet en el mundo, único mexicano en ganar el premio Benois de la Danse por sus interpretaciones en el Ballet Nacional Inglés y en la Ópera de Roma, pero ayer, en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), fue sólo un maestro que transmitió su pasión por la danza, su experiencia y consejos a sus alumnos.

El Teatro de la Artes en el Cenart fue el escenario donde Hernández impartió una clase maestra a un heterogéneo grupo de 61 bailarines, cuyas edades iban de los 10 hasta los 36 años.

“Canta la música con los pasos; vayan por el ideal en cada posición; hay que ser obsesivos para ser bailarines de ballet”, fueron sólo algunas de las frases que Hernández expresó a una clase de poco más de 90 minutos de duración.

Daniela Castañeda tiene 36 años de edad y 20 practicando ballet, fue tal vez la más madura en la clase y disfrutó cada segundo con quien, dijo, es su ídolo.

“Fue una experiencia increíble; un sueño hecho realidad. He seguido su trayectoria, es impresionante que un mexicano haya logrando tanto y haya llegado tan lejos, y aún así se sigue preocupando por su gente, comparte todo lo que ha aprendido y todo lo que sabe, y sobre todo transmite su amor a la danza, y eso fue que la hiciera una clase increíble”, expresó.

Con 15 años de edad, Braulio Fernández lleva un tercio de su vida practicando ballet y ha sido afortunado por partida doble o tal vez triple, pues ésta fue su tercera clase con Hernández; y no sólo eso, sino que logró un lugar aún sin haberse registrado.

“Nos dijeron que tal vez habría oportunidad, entonces llegamos muy temprano y esperamos, afortunadamente pudimos participar y fue maravilloso; siempre es un honor, siempre aprendes cosas nuevas”, manifestó.

Alejandra Fernández llevó a sus dos pequeñas de 13 y 12 años y aunque ellas no subieron al escenario, no contenían su entusiasmo y alegría, “tener a un bailarín como Isaac cerca de los niños es un impulso para que crezcan y trabajen cada vez más; él es como perfecto, es como irreal, no puedes creer que una persona pueda hacer lo que hace él”, dijo.

Y tiene razón, bastaron 20 segundos de una ejecución de Hernández, -para ejemplificar un ejercicio-, y arrancó una nutrida ovación; por la forma como marca los pasos y la fuerza de sus movimientos pareciera que queda suspendido por segundos en el aire.

 

 

 

 

 

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