Sin mediar ningún estudio sobre impacto ambiental, impacto social, movilidad o cualquier otro, el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, anunció que el Tren Maya aumentaría su longitud de 900 a 1,500 kilómetros.

La idea es que el ferrocarril, que se construirá con inversión pública y privada, pase por los estados de Campeche, Yucatán y llegue a Chiapas.

Todos aplaudieron la idea.

Pero hasta ayer, ningún grupo ecologista –grupo, no el partido que será rémora de Morena- salió a manifestarse en contra de esa idea que supone la devastación de miles de hectáreas de selva de la reserva de la biósfera de Calakmul y el desplazamiento y probable desaparición de cientos de especies que habitan el sitio.

A menos que el trazo del tren sea marino, irremediablemente el medio ambiente de la península de Yucatán se verá afectado sin que se tenga, hasta el momento, un análisis del costo-beneficio.

¿Por qué si los habitantes de Atenco, autodenominados Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, protestan porque se construye el nuevo aeropuerto en miles de hectáreas de terreno salitroso, que lo único que producía era pobreza y polvo, no saltan en defensa de un pulmón verde importantísimo para el mundo?

No se han escuchado las voces del nuevo diputado de Morena, Sergio Mayer, quien se hizo famoso hace unos días por salir en defensa de los manatíes que mueren en un río de Tabasco –incluso pidió la intervención de la Profeco en lugar de la Profepa.
Mayer prometió ser “crítico de López Obrador’’, pero seguro que no se ha enterado del plan del tren.

Vamos, ni siquiera la futura secretaria del Medio Ambiente, Josefa González Blanco Ortiz Mena, tan preocupada por cuidar el hogar de los aluxes ha manifestado una opinión pese a que el proyecto impactará la zona de Toniná, en donde, dice la probable funcionaria, habitan estos seres mitológicos mayas.

Igual que con la aparición del EZLN y el EPR, que dividió a la guerrilla en buena y mala, también aquí hay ecocidio bueno y ecocidio malo.

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Por cierto, hoy recibirá López Obrador el dictamen técnico de sus asesores sobre el nuevo aeropuerto de la CDMX.
Hay tres alternativas: que siga la construcción como va, que se cancele y se construyan dos pistas en Santa Lucía o que se concesione a la iniciativa privada.

El dictamen que recibirá lo someterá a la consideración de colegios de ingenieros que tendrán un plazo específico para entregar su opinión.

Después –ufff- la opinión de los ingenieros será puesta a consideración de otros grupos y luego de que éstos entreguen su documento, se pondrá a la consideración del pueblo conocedor para que defina el futuro de la obra de infraestructura más importante en los últimos 20 años en el país.

A ver.

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Miguel Ángel Mancera fue elegido ayer coordinador de la bancada del PRD en el Senado.
Lo malo es que son sólo ocho los senadores a los que deberá coordinar, no sin tener la oposición de algunos de ellos que en corto le critican haber llegado a la Cámara alta por la vía plurinominal ¡por el PAN! y representando al estado de Chiapas.
Mancera sigue sin afiliarse al PRD, pero a la hora de la votación, algunos convencidos y otros hipócritamente votaron a su favor.