Al menos la F1 nos deja un par de asuntos para meditar en las vacaciones europeas de agosto. Nadie se imaginaba que Renault iba a lanzar una bomba incendiaria sobre el mercado de pilotos con la contratación de Daniel Ricciardo.

No solamente porque se trata de uno de los mejores talentos sub-explotados de la Fórmula 1 de nuestros días, sino que viene en el momento preciso donde la danza de las sillas tiene un punto de muchísima agitación.

Red Bull despreció explícitamente los motores de Renault y sus evoluciones, a cambio la escudería francesa le arranca a base de un buen contrato a su piloto más rentable de los últimos años.

Ricciardo ahora sí ganará dinero pero la gran pregunta es: ¿Valdrá la pena embarcarse con un equipo que aún no entra al club de los tres grandes?

En el papel, lo de Daniel pasaría por una gran equivocación. El balance es negativo porque Renault ha ido dando pasos muy poco espectaculares, ha invertido mucho en el cocimiento lento de un proyecto de fábrica.

Perderá un socio poderoso como Red Bull, para desarrollar tendrá un parámetro menos y le quedará McLaren con más problemas que soluciones antes de poder ser un aliado de punta.

Pero, Renault es el equipo que mayor número de actualizaciones ha empujado a sus autos desde el final de la temporada anterior, tienen un juego de descarte de ‘up-grades’ que, salvo Mercedes y Ferrari, nadie se ha atrevido a hacer.

Han modificado mucho su proyecto de mejoras a la planta de poder y cuentan con un buen presupuesto para darle confiabilidad ya que el mandamás de la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi Carlos Ghosn, tiene empeñada su palabra en el proyecto Racing.

Se ganó algunas cejas levantadas, muchas dudas, en la casa matriz de Vichy-Chatillon, cuando decidió arrancarles el proyecto Formula E para dejarlo en manos de Nissan. De modo que lo necesario por ese lado es, sí o sí, puro y sólido éxito.

Visto con el cristal de las cifras, el movimiento de Ricciardo es una jugada estratégica donde Renault ha decidido ponerle bastante dinero a la ejecución de su programa y no es casualidad. Saben que algo va a salir bien.

Con ello se garantiza no solamente que habrá cuatro equipos peleando por ser el mejor detrás de los mejores: Mercedes, Ferrari y Red Bull, sino meterse a una competencia por triunfos y campeonatos que lo instalen como la cuarta fuerza y así, justificar todo lo que hasta ahora se ha hecho.

Y se viene la especulación. ¿Quién para acompañar a Verstappen? La lógica indica que debe ser Sainz, quien, por cierto, no está vetado por Max, sino que terminó mal su relación en Toro Rosso, por continuos roces con Franz Tost.

O bien, el ascenso esperado para Pierre Gasly que tiene un extraordinario talento, pero que parece estar poco preparado para el entorno de alta tensión que predomina en las entrañas de Red Bull.

En ese esquema, tendría que bajar una deidad del cielo para colocar a Fernando Alonso, o a Sergio Pérez en el entorno de la escudería austriaca que, es cierto, tiene una producción baja de talentos si comparamos contra los últimos años.

Los ejemplos del maltrato de Helmut Marko a pilotos como Buemi, Alguersuari, Vergne, DaCosta y Kvyat, ya tiene un peso específico entre los padres y mentores de nuevos prospectos.

Y fuera de esto, se viene otro carnaval de especulaciones donde están involucrados los grandes jugadores del imperio de Maranello. ¿Renovará Kimi? Y si no lo hace, ¿Qué harán con LeClerc?, ¿Cuánto valdrán los lugares en Haas?, y ¿No crees que una buena opción sería Sauber? Hablemos de esto en la que sigue, hay tiempo.