En buena hora han surgido dos voces gubernativas.
Dos reivindicadores del federalismo cuando está amenazado por la imposición de, expresión de Pablo Gómez, la dictadura de la mayoría hoy representada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Voces de diferente tono, debería acotarse, pero con el mismo propósito.
De un lado, del de la desgracia, el duranguense José Rosas Aispuro reivindicó el liderazgo de un gobernador para conducir las labores de rescate de más de 100 víctimas de un accidente aéreo.
Ninguna mortal, por fortuna.
Pero Rosas Aispuro marcó la nota informativa a todos los medios –en especial a radio y televisión- y con ello obligó a las autoridades y a Aeroméxico a difundir la información disponible.
El mandatario norteño no dejó espacio para la especulación, la tristeza de los familiares o el ocultamiento de datos porque debería esperarse la siempre llamada información oficial.
Enhorabuena gobernadores de semejante estatura con su cátedra de periodismo y comunicación social, tan ausentes en este gobierno.

Riesgo las soberanías estatales

Otro discurso es el de Enrique Alfaro.
Nadie como el jalisciense para reivindicar la soberanía de un estado y de antemano enfrentar a Andrés Manuel López Obrador con un mensaje definitivo:
-Yo me entiendo contigo, no con tus virreyes.
Y con esa posición descalificó al cuestionadísimo Carlos Lomelí, a quien sin mencionarlo por su nombre el mismísimo López Obrador criticó como parte del grupo de empresarios encarecedores de medicinas a las instituciones públicas de salud.
Hombre de mil negocios no entendibles para los jaliscienses, pero muy exitosos debidamente camuflados en sociedades anónimas y firmas donde el nombre personal está al final.
Magnífico reto de Alfaro.
Él respeta la elección de López Obrador, repite, porque está respaldada por más de 30 millones de mexicanos, pero también le exige el mismo trato para las soberanías estatales.
Nadie, ningún gobernador, había hablado con tal claridad para defender el pacto federal y el equilibrio de poderes.
Ojalá haya émulos de ambos gobernadores.
El país los necesita.

Verdadera historia de Bartlett

En las entrevistas hechas a Manuel Bartlett Díaz hay omisiones lamentables.
Nadie le pregunta sobre aspectos de su triste paso por la Secretaría de Gobernación (Segob) con Miguel de la Madrid.
Algunos:
En el asesinato del periodista Manuel Buendía, el 30 de mayo de 1984, su nombre y el de José Antonio Zorrilla, director de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), han sido una constante.
El crimen del agente antinarcóticos de Estados Unidos, Enrique Camarena Salazar presuntamente a manos de quienes portaban credenciales de la DFS extendidas por subordinados suyos.
La fuga del narcotraficante Rafael Caro Quintero a Costa Rica con identificaciones extendidas también por la DFS, responsabilidad directa de la secretaría a cargo de Bartlett Díaz.
La incursión de fuerzas federales en Michoacán, denunciada por el gobernador Cuauhtémoc Cárdenas como invasión de la soberanía, para extraer pruebas del rancho El Mareño.
Por todos o por parte de estos hechos el señor Bartlett Díaz, hoy paradigma nacionalista de Andrés Manuel López Obrador, no puede visitar Estados Unidos.
Nadie lo acusa de nada, pero no sabemos la verdad de estos hechos.

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