La confianza es un valor esencial de las sociedades progresistas, aquellas que integran a la creación constante de capital social como un mecanismo de articulación cívica y progreso económico.

Morena representa en este momento el partido con los mayores índices de confianza ciudadana de que se tenga memoria desde la década de los 80. Junto a la confianza, la sociedad mexicana está en la oportunidad de acudir a dos instrumentos clave para asegurarse de que aquella, entregada en las urnas el 1 de julio se convierta, a través de su referencia constante, en vehículo del progreso: la crítica informada y la participación de la sociedad civil.

En estos días y semanas, Mario Delgado Carrillo, si es designado coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en la Cámara de Diputados y, eventualmente, una mujer al frente de la Dirección Nacional del partido, personificarían en dos espacios centrales de poder del nuevo bloque político dominante baluartes y catalizadores de una confianza actuante en el principal foro de expresión de la soberanía popular y en el más relevante partido político de este tiempo nuevo.

Para que ello ocurra, tendrán que desmontarse de entre los legisladores morenistas y en el seno del partido fundado por Andrés Manuel López Obrador, los pequeños muros erigidos por una inercia o forma de la política de las izquierdas basada en la idea de que son los agrupamientos tribales o las corrientes de expresión las plataformas para la decisión de quienes estén al frente en ambas instancias.

En el caso de Mario Delgado, varios elementos de valor contemporáneo parecen agruparse: tiene preparación técnico-formal de primer nivel; cuenta con experiencia de gobierno al lado de uno de los más eficientes responsables del poder ejecutivo en la capital del país, Marcelo Ebrard; fue fundador de Morena, y ha desarrollado como pocos políticos actuales una habilidad comunicativa que es ya característica indispensable de los perfiles requeridos en una etapa de amplio dinamismo entre los actores políticos y la opinión pública.

De ahí que, si bien la noción de confianza y capital social son igualmente motivación de la literatura contemporánea de ciencias sociales y de los valores exigidos entre gobierno y gobernados, es necesario definir ahora quiénes y en qué circunstancia pueden serlo ya y de inmediato en el proyecto de López Obrador. Uno de ellos es Mario Delgado.