El proceso de transición del Gobierno comenzó con el pie derecho. De forma ordenada y sin contratiempo dio inicio la etapa más importante de la culminación del gobierno priista en México y del perredista en la capital del país.

Las decisiones que tanto AMLO como Sheinbaum tomen en cuanto a cómo dirigirán al país y a la Ciudad de México deben ser siempre pensadas en el bienestar no sólo de su partido, sino de la gente que creyó en su proyecto y les dio su voto de confianza en los comicios pasados.

A 23 días de la jornada electoral, el ánimo de la sociedad se percibe en calma, con tranquilidad; sin embargo, hay quienes siguen creyendo que el cambio no está en el próximo Gobierno, sino en la sociedad.

Esto va más allá de un cambio de partido político dirigiendo el rumbo de millones de mexicanos; la sociedad también está pasando por un proceso de transformación y madurez derivado del mal Gobierno que aún encabeza a nuestro país.
La reconciliación se encuentra en marcha. Esta oportunidad no puede ser desaprovechada; los ganadores deben demostrarnos que gobernarán en total democracia y tolerancia, dejando de lado el autoritarismo, figura en la cual pueden caer debido a la mayoría relativa que obtuvieron en el Congreso de la Ciudad de México, así como en la Cámara de Diputados y la de Senadores, convirtiéndose en un juego perverso donde las cartas están echadas de un lado.

Desde mi trinchera, trabajaré y entregaré el mayor de mis esfuerzos y capacidades por seguir buscando lo mejor para los capitalinos, en especial para los coyoacanenses; mi vocación de servicio la demostré siendo jefe delegacional, diputado local en la última legislatura de la Asamblea Legislativa y próximamente lo haré como diputado federal.
La transición debe ser general; no sólo de una ideología política a otra. Las cartas están sobre la mesa; habrá que esperar a ver cómo juegan esta partida.