Con Marcelo Ebrard como canciller, el Gobierno mexicano volverá a la política de no intervención, basada en la Doctrina Estrada, un viraje acorde con las críticas por parte del próximo Presidente y su equipo, a la violación a estos principios desde los últimos gobiernos, principalmente los panistas.

Tal vez por eso, el equipo del virtual Presidente electo no se ha pronunciado por la matanza de estudiantes en Nicaragua, aunque el gobierno actual, encabezado por el presidente Peña Nieto ya lo hizo.

Lo que no hay que olvidar es que uno de los episodios en que México pasó por encima de la Doctrina de Genaro Estrada, establecida en 1930, fue precisamente protagonizado por el próximo secretario de Relaciones Exteriores, cuando, mediante un golpe de Estado, depusieron de la Presidencia de Honduras, hace nueve años, a Manuel Zelaya.
En agosto de 2009, el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal no sólo entregó las llaves de la ciudad a Zelaya y se refirió a él como Presidente legítimo, sino que apoyó con elementos de la Secretaría de Seguridad Pública para que Rosalinda Bueso, ahora su esposa, quien fuera la representante en México del gobierno de Zelaya, pudiera ingresar a la embajada hundureña, en la colonia Condesa.

En este caso, el ahora canciller no sólo estuvo en consonancia con la postura del gobierno de Felipe Calderón y de la Comisión Permanente del Congreso -que encabezaba Gustavo Madero, y quien también brindó su apoyo a Zelaya y lo recibió en una sesión solemne-, sino que participó en la “recuperación” de la sede de un gobierno extranjero en México.

El golpe de Estado fue condenado a nivel mundial y la presión sirvió para que se convocara a nuevas elecciones y Zelaya pudiera incorporarse a la vida política de su país, años después, dando la razón a Jorge Castañeda Gutman, quien un sexenio antes impulsó el cambio de la política exterior.

Por eso, en algunos sectores de la izquierda que no pertenece al grupo que ganó la Presidencia, no cabe la idea de que no haya, hasta el momento, un solo comentario por la matanza de estudiantes en Nicaragua, más cuando en sus filas existen políticos que hicieron su carrera a partir de los movimientos estudiantiles más importantes, como el de 1968 o el del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), Pablo Gómez, en el primero, y Claudia Sheinbaum, en ese tiempo, al lado de Carlos Ímaz, en el segundo. Más aun, apoyada por su padre, Iria Gómez, participó en los primeros meses del movimiento del CGH, de la UNAM, en 2000.

La Doctrina Estrada

Hasta ese momento en que una fuerza de la República Mexicana intervino para “recuperar la embajada” de Honduras, la postura de México no había sido tan intervencionista en un asunto de otra nación.
Por ejemplo, con base en la Doctrina Estrada, México retiró a su embajador en Chile y pidió que se retirara el representante de ése, cuando se dio el golpe de Estado contra Salvador Allende. Y es que ésa es una de las características de la política exterior impulsada y puesta en el escenario mundial por parte de Pascual Ortiz Rubio. Retirar a sus representantes, pero sin emitir jucios, ni en ese momento, ni a posteriori.

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