Foto: Especial Con honestidad, cuatro hombres cuentan sus historias cuando estuvieron presos en Santa Martha Acatitla  

Cuatro hombres muestran sus fichas para ingreso a la cárcel. Robo de auto, violación, homicidio calificado, y asaltante a mano armada. Giran sus fichas y ahora muestran la palabra “Actor”. Es La espera, obra de teatro que representan quienes estuvieron presos en Santa Martha Acatitla y ahora actúan en la Compañía de Teatro Penitenciario.

La pieza teatral, que alberga el Centro Cultural Helénico hasta el 6 de agosto, fue escrita y dirigida por Conchi León, y se basa en las experiencias de Javier Cruz, Ismael Corona, Héctor Maldonado y Feliciano Mares, actores que necesitaron pocos objetos en escena para ambientar su estancia en la cárcel, así como lo que ahora esperan afuera de ella.

Un adulto mayor comparte cómo desea pedirle matrimonio a la mujer que encontró en la penitenciaria de enfrente. Aunque falta que le den su liberación, Feliciano Mares le lleva flores y le canta una canción sobre la soledad y la felicidad que entona en el foro.

Un hombre describe cómo despojaba a las personas de sus autos. Nunca entendió la historia de Raymundo, quien tras 45 años preso, salió y no tenía familia ni dónde dormir. Pidió una sala en Santa Martha Acatitla, se iba por las mañanas y regresaba por las noches.

Javier Cruz, seguro de que no regresaría al penal como Raymundo, fue uno de los integrantes fundadores de la Compañía de Teatro Penitenciario, donde ha participado en cinco obras dentro y fuera de Santa Martha Acatitla.
Un hombre cuenta cómo estuvo 25 años en la cárcel. La primera duró 13 años y la segunda, 12 años. Antes de esta, encontró un perro pequeño en la calle, lo recogió y lo llevó a su casa. Cuando Héctor Maldonado cumplió su sentencia, se reencontró con el canino, quien lo vio y tras dos lengüetadas, cayó al piso y murió.

Un joven evocó cómo de niño su abuelo le hizo odiar a las mujeres, a través de los animales. Si veía hembras, debía matarlas. En la cárcel, Ismael Corona aprendió a lavar los trastes y doblar su ropa, mientras hoy ve crecer a su hijo pequeño, y le muestra un camino distinto al que le enseñaron a él.

Se golpearon entre sí y lanzaron disparos con pistolas de aire comprimido, para retratar cómo fue su vida en la cárcel. Pero también bailaron a ritmo de Satisfaction, de los Rolling Stones y de People Are Strange, de los Doors, como música de fondo. El dolor de sus historias contrastó con las risas del público, porque para los ex presos “si no te ríes te quedas estancado, el chiste es avanzar”, aseguraron los ahora actores.