En el momento en el que escribo estas líneas, Francia -con su astro Griezmann y su gran revelación de 19 años de edad, Mbappé- calienta motores para medirse en los cuartos de final ante Uruguay. Y, siguiendo la instrucción del gran Chicharito (“Imaginémonos cosas chingonas”), no pierde la ilusión de llegar a lo más alto y llevarse -como hace 20 años- el trofeo más codiciado del planeta: la Copa del Mundo de la FIFA.

 

Por supuesto, lo que pasa en las canchas mundialistas repercute en el universo extrafutbolero. Se convierte en el tema estrella de las conversaciones en la oficina, la tienda, la calle; hace que durante los partidos las actividades laborales se detengan y los bares se froten las manos por la alta afluencia de clientes.

 

El Mundial extiende sus tentáculos hasta las alcobas, al menos en Francia. Acabo de leer estupefacta un estudio serio, elaborado por el sitio Gleeden, el cual revela que 71% de las mujeres se sienten abandonadas por sus compañeros sentimentales fanáticos del futbol durante este campeonato de Rusia. Se quejan porque su vida erótica se reduce al mínimo necesario, ver a cero. Confiesan desconsoladas que en varias ocasiones sufrieron la humillación de que sus hombres interrumpieran brutalmente los juegos amatorios tumbados en la cama porque… se puso bueno el partido.

 

Ya sabemos, un Mundial es algo que proporciona enormes dosis de pasión y escalofríos, puede llevar lejos, hasta a un estado de locura transitoria. Lo vimos durante el duelo Francia-Argentina, que despertó emociones cuyo grado de irracionalidad sólo se puede comparar con el que acompaña el enamoramiento. Según el testimonio de una joven gala, Maude: “Cuando Mbappé está en la cancha, mi sensualidad y yo dejamos de existir para mi marido; me evaporo”.

 

El fenómeno ya ha sido abordado por la ciencia. Expertos de la muy prestigiada Universidad de Coimbra, en Portugal, llegaron a la conclusión de que el amor por un equipo de futbol es muy parecido al amor romántico en la relación de pareja. Entran en juego los mismos circuitos cerebrales y neurotransmisores. El aficionado experimenta en estas fechas una mezcla de excitación, idealización y fascinación por el balón, evidentemente, como si estuviera cruzando la frontera entre la devoción tribal y el fanatismo. El sexo tendrá que esperar, no importa; se trata de un periodo transitorio. Dicen ciertas damas “abandonadas” por culpa del futbol que estamos frente al ciclo de los hombres: dura un mes, es cada cuatro años y se llama “Mundial”. Pero olvidan un dato crucial: cuatro de cada 10 mujeres aman el futbol con pasión desenfrenada.

¡Viva el Mundial!