Es digna de aplauso la iniciativa El Día Después, lanzada por un grupo de artistas e intelectuales a los que ha dado voz el siempre inteligente Diego Luna. De entrada es digna de aplauso porque, sí, después del 1 de julio vamos a tener que convivir en este país, un país roto por la violencia criminal, y más vale que aprendamos a hacerlo cívicamente, desde el diálogo, aquellos que apostamos a los votos y la ley, no a las armas, es decir: casi todos.

 

Lo es porque esa invitación a conciliar implica la defensa de las minorías, para empezar las abundantes minorías cuyo candidato no ganará las elecciones: democracia pura. Y es digna de aplauso por los 12 “compromisos ciudadanos” que la sostienen: entender que la paz y la tolerancia no son un sueño; combatir al clasismo, el racismo y la exclusión de las personas con discapacidad; ejercer la crítica contra los gobernantes al margen de filias y fobias; entender que la corrupción es un cáncer; entender también que la lucha contra la pobreza y la desigualdad es prioritaria; ver por los derechos de los pueblos indígenas; respetar la identidad de género y la diversidad sexual; luchar por la igualdad de género; defender los derechos de los migrantes; entender la educación, la cultura, las artes y las ciencias como el pilar civilizatorio que son, no como aderezos simpáticos y prescindibles; proteger el medio ambiente, y sostener sin matices la libertad de expresión.

 

Y es que estos 12 compromisos en un candidato suelen ser promesas vacuas o un catálogo de buenas intenciones, pero en una organización ciudadana son puntos de acuerdo, son aquello de lo que podemos partir al margen de nuestras diferencias. Son un principio de convivencia.

 

Acompaña la propuesta un video. Me parece también un acierto en casi todo, lo que incluye por supuesto la crítica contra las grandes figuras políticas de hoy, que comparten la responsabilidad de haber promovido un lenguaje de insultos, descalificaciones, maniqueísmos, y que tienen que responder por ello ante nosotros, los ciudadanos. En cambio, me parece cuestionable señalar a ciertas figuras mediáticas, casos de Sergio Zurita, Ricardo Alemán, Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva. ¿Era realmente necesario apuntar a ellos en especial, cuatro figuras que comparten un claro antiobradorismo pero poco más? ¿Y los discursos de odio que ha sufrido cualquiera que le brinque a AMLO? ¿No bastaba con llamar a las figuras mediáticas en general a moderar el discurso? ¿No condiciona ese señalamiento público la libertad de expresarse de los señalados, lo que en cierto sentido contraviene el espíritu del punto 12?
Por lo demás, enhorabuena por todos.